Una dejación con la ventana de aluminio, madera o pvc, que no cuadra o cierra como es debido. Con el filtro del extractor rebelde a cualquier sujeción en el sitio adecuado. Con esa cinta de la persiana en las últimas de filipinas y con el penúltimo atasco del lavabo, provocado, a la sazón, por esa lluvia de pelos femeninos, …pueden ser el detonante de una medida de alejamiento, previa detención, porque el varón, mosqueado por sus propias limitaciones, sólo acertó a decir: no eres más puta, porque tu madre no tuvo el suficiente tiempo para enseñarte.
Es sabido y bien sabido por cualquier cerebro saturado de progesterona, que el sexo, la cerveza y derivados y la geometría variable, o sea, el fútbol, y sus interminables variantes, además de la caza, conforman el núcleo de las preocupaciones del varón cromañón moderno. El sexo, por la cosa de la conservación de la especie, la cerveza, por hacerla agradable y el fútbol y sus variantes, porque de algo hay que hablar, mientras se espera a la pieza.
O sea, que siendo el varón cromañón moderno perfectamente previsible, no hay como recordarle la media de longitud y grosor de la cosa, el sorpasso de la barriguita, respecto de aquella, con motivo de la ingesta de cerveza y lo bien que nos lo pasamos, nosotras, mientras el fútbol, para asegurarse un futuro prometedor, a cuenta de una pensión compensatoria y de alimentos, cuando proceda.
Los hombres tienen un problema: no son mujeres. Y eso se paga.
Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 6 de junio de 2009
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