lunes, 1 de octubre de 2018

Españoles en el extranjero

Sobre dos millones y medio de españoles residen en el extranjero.

Cuando hace treinta años, un compatriota oía hablar español por esos mundos de Dios, le faltaba tiempo para dirigirse al hablante sorpresa, con la pregunta consabida “¿Eres español?” “Sí, de Salamanca”, y todo eran parabienes. Luego venían las quejas de rigor: por lo horroroso de la comida, lo rigurosa que era la policía con los pequeños hurtos en los grandes almacenes de turno y que la toma de un cubalibre suponía destrozar el presupuesto del viaje. 


Ahora la situación es distinta. De momento, ya no te atreves a preguntar por su nacionalidad  a nadie que hable español. Más que nada, porque te puede salir por peteneras: “no soy español, soy catalán”, o riojano, o extremeño, o gallego, o castellano-manchego, que para el caso es lo mismo. Claro, que eso no es lo peor que te puede pasar, sé de un caso, en que el interpelado dijo con gran orgullo que él “era de Gran Hermano”.

Y si no es cierto lo que digo, que Zapatero se ponga en huelga de hambre, por ver de cambiar su condición de inquilino de la Moncloa por la de propietario, con éxito.

Lo de los americanos es otra cosa. Si quieren comprobar el alborozo que les produce encontrarse con compatriotas en tierras del Imperio, no hay más que acercarse a la escalinata exterior  de la Ópera de París. Y de paso, comprueban que lo de la paloma, como símbolo  de la paz, es un engañabobos. Como todo lo que tiene que ver con aquello, dicho sea de paso.

Y además, te pasas una tarde. “Yo digo que esas son de Los Ángeles”. “Demasiado rústicas, yo apuesto porque son de Alabama” “Ahora lo veremos”. Y efectivamente, lo veíamos. Bastaba con que apareciera por las proximidades otro grupo de compatriotas, para saber con certeza de dónde venían.

Entre nosotros, eso es imposible. Sí yo le digo a un tipo de Orense-Logse, por poner un ejemplo, que soy de Ciudad-Real, lo mismo me pregunta que dónde está eso. Y claro, a estas alturas, no te vas a poner a explicarle lo del Quijote.

Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 11 de abril de 2009 

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