Los ministros del Gobierno ZP, Blanco y Salgado. |
Zapatero no está por la labor de hacer frente al alarmante y acuciante problema del paro, sino de intentar por todos los medios sobrevivir políticamente a él. Máxime ahora, cuando las encuestas señalan que la crisis económica empieza a pasar una muy seria factura a un Gobierno que, pese a todos sus esfuerzos propagandísticos, está acreditando una incapacidad verdaderamente atroz. Y es que el mejor 'marketing' del mundo se torna ineficaz cuando no puede ocultar una cruda realidad que, para más inri, afecta a cada vez más gente de carne y hueso.
El presidente, por tanto, le ha visto las orejas al lobo y se ha puesto manos a la obra. Sin embargo, su reciente remodelación del Ejecutivo no va a implicar precisamente un cambio de estrategia; bien al contrario, al suministrarle un cariz total y absolutamente político (un Gobierno hecho a imagen y semejanza de un 'activista' como es él) y desembarazarse en consecuencia de cualquier 'técnico' que pudiera frenar sus afanes derrochadores (caso del dimisionario Vegara), profundizará aún más si cabe en la onerosa y explosiva combinación de la que ha hecho uso y abuso: Más propaganda financiada por el Estado, es decir, por los impuestos de todos, y más gasto público desbocado, a costa de seguir aumentando el déficit.
Los brazos ejecutores de los designios del presidente parecen a primera vista claros: El inefable Pepe Blanco, al frente del Ministerio más inversor (o gastador, según se mire), se encargará de dejar pequeños los grandilocuentes como estériles planes keynesianos de Zapatero. Por ende, tendremos más obra pública improductiva. Y por su parte, la vicepresidenta económica Elena Salgado, tras poner en cintura a fumadores, bebedores y comilones, se mostrará en cambio especialmente generosa a la hora de proveer del erario.
En este sentido, la experiencia socialista demuestra que incluso se puede hacer de la necesidad virtud y ampliar de manera considerable el número de personas dependientes de los subsidios del Estado y que, por tanto, puedan sentirse en deuda con el Gobierno de turno. De la creación de bolsas de voto cautivo como decisivo factor electoral puede impartir lecciones el otro nuevo vicepresidente, Manuel Chaves, que ha sido capaz de mantener la hegemonía del PSOE en Andalucía pese a alcanzar niveles escandalosamente cercanos al 30 por ciento de paro.
Así pues, lejos de generar condiciones que propicien más y mejores posibilidades de acceder a un puesto de trabajo, Zapatero prefiere ofrecer a los casi cuatro millones de desempleados el siguiente horizonte: La condena 'cuasi-divina' de permanecer en el paro, prácticamente 'ad kalendas graecas', pero el disfrute de continuar malviviendo de las dádivas del Gobierno. Al menos, por un año más, mientras se pueda exprimir hasta el último céntimo de los impuestos que pagarán nuestros nietos. Y es que la respuesta, típicamente socialista, del Ejecutivo del PSOE al drama del desempleo se limita a engordar aún más el déficit, lo que a su vez provocará más paro. Pero que a Zapatero le quiten 'lo bailao'. Ya vendrán otros a arreglar el desaguisado... si pueden.
Autor: Pedro Moya
Publicado el 14 de abril de 2009
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios moderados.