sábado, 27 de octubre de 2018

El tramposo Sostres nos habla de honor, ¡para echarse a temblar!

Salvador Sostres.

Salvador Sostres publicó ayer una Tribuna en el diario El Mundo que cualquiera que la lea puede llegar a pensar que a este hombre le ha acometido un fuerte ataque de mesura, lo que sin duda alguna, dada su carencia de anticuerpos, le produce una fiebre elevada. Y digo esto, porque lo natural en sus escritos es la frase destinada a la náusea, de los demás, claro. Pues bien, asegura Sostres que los españoles y los catalanes (distinción gratuita sin más fundamento que la rabieta pueril de todo cismático) ‘nos debemos la última claridad de hablarnos cara a cara, como hombres de honor’… De donde se deduce, y Sostres invita a ello, que los españoles tenemos la obligación de convocar en Cataluña un referéndum legal y vinculante que determine si se quiere allí la independencia.

Naturalmente, para que algo así suceda (el cara a cara con honor), es preciso que el honor sea una característica compatible con el nacionalismo imperante en Cataluña, ganadería de la que Sostres forma parte destacada en su condición de embaucador. Pero no, no es el honor una cualidad que se dé en esa ralea totalitaria y traicionera que lleva más de 30 años usando la indignidad para adoctrinar a los catalanes y convertirlos en buenos separatistas. No es el honor, sino la ignominia del lavado de cerebro a dos generaciones completas de catalanes, lo que ha multiplicado por mil un deseo de independencia que jamás tuvo el pueblo catalán a lo largo de su historia. Ojo, digo el pueblo, no el Pau Claris de turno.

Pedir un referéndum vinculante cuando resulta nula toda posibilidad de discrepar de la casta política del ‘charco amarillo’, impulsora única de un separatismo basado en el odio férreamente inculcado, es tan honorable como pedirle a un hombre maniatado que elija a cuál de sus hijos quiere que le fusilen si desea ver el siguiente amanecer. Porque no nos olvidemos que bastante más de la mitad de la población catalana tiene sus raíces a este lado del Ebro. Y ha sido así desde el siglo XV, como mínimo. El honor al que apela Sostres no dejaría de ser el más afrentoso deshonor para los españoles que accedieran a un referéndum vinculante que, de resultarles negativo a los separatistas, no tardarían en incrementar las más viles coacciones y en anunciar la siguiente consulta.

Una prueba más, de las muchas posibles, acerca de las condiciones inadecuadas en la actualidad para convocar un referéndum en el que los ciudadanos de Cataluña eligiesen su opción en plena libertad, circunstancia irrenunciable para considerarlo válido, podemos advertirla hoy mismo en la información que nos ofrece el diario ABC, según la cual ‘es más fácil aprender el islam o la religión evangélica, antes que el castellano en las escuelas catalanas’. Y algo así, tramposo de mierda Sostres, ¡so Sostres!, elimina por completo cualquier apelación posible a tu honorabilidad o la de tus compinches. Ahora bien, ¿quieres que nos miremos cara a cara con honor? Pues comienza por exigir un período de libertad para Cataluña, o lo que es lo mismo, de lo que nunca habéis tenido: democracia, y además que abarque otros 30 años. Y después lo que quieras. 

Autor: Policronio
Publicado el 2 de febrero de 2010

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