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Mariano Rajoy en su última etapa en el Congreso de los Diputados. |
Si el PP quiere ganar holgadamente las próximas elecciones generales. Y no sólo sacar a su presidente a batirse el cobre, cuando el objeto de los despiadados ataques que se dirigen desde el poder socialista lo constituye la dirigencia del partido. Como decía en mi anterior entrada, al PSOE sólo le echará del poder la economía, como así lo acreditan los antecedentes históricos.
Únicamente la profundidad de la crisis y sus más que esperadas consecuencias negativas para gran parte del electorado socialista, harán que éste se abstenga de votar y pague con la misma moneda a quienes le han mandado al paro, entregando el poder en bandeja a sus adversarios.
Pero el hecho de que el PP gane las próximas elecciones generales no le garantiza que pueda gobernar sin la hipoteca de los partidos nacionalistas u otros partidos minoritarios que, en un momento dado, puedan impedir la aplicación o puesta en práctica de su programa electoral.
Y aún en el caso de que ganaran holgadamente y puedan gobernar sin esas trabas, siempre penderá sobre el PP la amenaza de cualquier suceso inesperado, en forma de tragedia o cuestión donde haya de pronunciarse sí o sí, lo que, debidamente aprovechado por el inmenso aparato de agitación y propaganda de la izquierda, dé al traste con sus presuntas esperanzas de regenerar el sistema. Si es que es a ello a lo que aspira, como lo aspira su base social.
¿Y qué es lo que quiere la base social del PP? Que éste se moje en cualquier circunstancia en que sus valores y principios sean atacados desde el otro lado. No sólo cuando ciertos dirigentes sobre los que pesan fundadas sospechas de corrupción, sean puestos en la picota por sus adversarios.
Es por ello que la base social del PP quiere que éste se moje en cuestiones que afectan a la unidad nacional, gravemente amenazada por la actitud de un Presidente socialista que ha dejado hacer a los partidos nacionalistas lo que en ningún Estado serio se les hubiera permitido. Y esto, desde luego que no casa con las últimas maniobras de acercamiento a los nacionalistas catalanes, que se vienen realizando por el PP, con el único objeto de tocar poder.
También, ligado íntimamente con lo anterior, que el PP se moje en cuestiones que afectan gravemente al orden constitucional y con ello a la igualdad de los españoles en todo el territorio nacional. A sus oportunidades de trabajo y posibilidades de formación en el idioma materno que, para más inri, es oficial en toda la Nación.
Como no podía ser de otra forma, ya se está echando de menos que desde la dirección nacional del partido se cursen instrucciones claras al respecto de la posición a adoptar por los barones regionales, en lo que concierne al uso del castellano, como lengua común de todos los españoles, en los territorios de su jurisdicción.
Y ya no digamos en la espinosa cuestión del aborto, donde las organizaciones de la sociedad civil se ven más solas que la una, en su lucha con el gobierno por el respeto del derecho a la vida, desde la concepción. No conocemos todavía, a estas alturas, que piensa hacer el PP respecto de la movilización convocada por Derecho a Vivir y Hazteoír, para el próximo 17 de octubre en Madrid, en contra de la Ley Aído, que consagra el derecho a matar, disfrazado del derecho a decidir.
Por otra parte, no conocemos lo que opina el PP, si opina algo lo disimula muy bien, al respecto del desorden institucional que ha provocado el desarrollo desaforado del estado autonómico, con las consiguientes exigencias de financiación de los poderes territoriales, que están llevando a que el Estado no pueda cumplir con las mínimas funciones que le son exigibles. Como ejemplo, véase como ha descendido el número de funcionarios de la Administración de Justicia, con mucho la que peor funciona, con los graves trastornos que ello conlleva para el Estado de Derecho.
Tampoco sabemos qué opina al respecto de la situación agónica que vive la unidad del mercado nacional, como también ignoramos qué opina al respecto de la situación del mercado de trabajo, asustados como están de que se les identifique con la CEOE. Únicamente conocemos, que ante lo razonable de la propuesta de aquella de bajar los salarios un 1%, Rajoy se ha despachado con un “yo no apoyo eso”.
Lo dicho, me parece magnífico que el Presidente del PP interrumpa sus vacaciones para responder a la estrategia de acoso y derribo que están sufriendo varios dirigentes de su partido. Algo es algo. Pero se echa de menos una actitud decidida, valiente y sin fisuras en la verdadera batalla que se está librando en la sociedad española: la batalla de los valores, donde el papel del partido de la derecha brilla por su ausencia.
Con esa actitud de ponerse de canto, respecto de lo que verdaderamente importa a su base social, es muy posible que el PP gane las próximas elecciones generales por desencanto del adversario, para volver a perder las siguientes.
Porque si el PSOE pierde las elecciones por la marcha de la economía que recorta el pesebre del que come su electorado, el PP las pierde por la sensación de desamparo que produce en sus bases la sensación de hiper legitimidad de la izquierda, provocada por los complejos de la dirigencia de la derecha.
Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 12 de agosto de 2009
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