En el principio, la reacción se quejó por los expeditivos métodos usados en la bienamada Segunda República, para con aquellos proletarios y otras gentes del común, remisos a recibir las enseñanzas de las cuatro reglas, en las innúmeras casas del pueblo u otras instituciones benéficas, porque les gustaban más los curas. Y hay que ver la que armaron.
Luego siguió dando la matraca, a causa de los ahora denostados métodos del añorado Stalin, utilizados en su empeño por educar a la población en los valores de la igualdad y la solidaridad, dando pábulo a un renegado barbudo, el cual, si no es por la quinta columna tontiboba, hasta lo beatifican en cristiano.
Y ahora que, por fin, renegando de las costumbres tan del gusto del Instituto Politécnico de Stalingrado, el Estado de Derecho burgués y blandón, en toda su plenitud garantista, llega a la Universidad andalusí, de mano de la taifa menchevique, la reacción contrarrevolucionaria no parece que se conforme.
A ver ¿Qué es mejor: pasar a cuchillo al chuletero de turno, o enfrentarlo a una comisión paritaria, reunida en plena resaca de botellón conmemorativo del cuarto aniversario de la primera vez que nos pasamos por la piedra a toda la quinta planta del Colegio Mayor?
No hay color.
Y encima, van y se mofan del renovado esfuerzo del bachiller Montilla, por escribir correctamente en la lengua de Pompeu y así elevar el brillo institucional de la registradora del tres por ciento, ¿O era el veinte?
Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 19 de enero de 2010
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