Frente a todo lo que dice la prensa de la derecha más extrema y recalcitrante, deseosa de freír huevos en las aceras en pleno mes de diciembre, no tengo por menos que manifestar alto y claro, que la cumbre o peregrinación de Copenhague ha constituido un éxito rotundo, sin paliativos ni medias tintas.
Como toda iglesia que se precie, la de la calentología ha congregado en Copenhague, como una Roma, Jerusalén o Santiago de Compostela, laica, a lo más granado de los paniaguados calentólogos. Y si su bautista huyó con el rabo entre las piernas, temiéndose lo peor, no tardaron en encontrar a su cristo, alborotando el templo repleto de mercaderes. Aunque, a decir verdad, si el verdadero sufrió detención y muerte entre dos ladrones, aquel parece que sólo tuvo que soportar el humo de los cigarrillos de otros tantos, además de sufrir un peliagudo síndrome de abstinencia, a causa de no poder hacer el payaso en unos cuantos días.
No obstante, si el éxito de la peregrinación o procesión rogativa, fue organizada en procura de darle un empujón hacia abajo a la temperatura terráquea, a fe mía que lo han conseguido. Tan grande e histórico ha sido el éxito de Uralde, que el mismo día que dejan en libertad al cristito de grinpís y sus cuates, se alcanzan temperaturas históricas, por lo bajas, en el Reino Unido, donde, desde hace varias generaciones no se fabrican calzoncillos largos de felpa. Por innecesarios.
De modo, que menos dar la vara con el CO2, chuletones y demás divertimentos, y más procesiones.
Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 8 de enero de 2010
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