Gordon O'Connor, ministro canadiense de Defensa. |
Los cascotes del muro del Berlín, tras su derrumbe, dejaron al descubierto que puede haber una ideología tan perversa o más que el comunismo: El islam de nuestra era, una forma de vida que convierte en un amasijo inmundo tanto lo político como lo religioso e incorpora, además, toda lacra social emparentada con la opresión más atroz, sin que a los islamistas les importe en absoluto el uso de cualquier medio, incluido el terrorismo suicida destinado a la masacre, para lograr ese expansionismo que tanto precisan mantener.
Y es que el islam, dicho en pocas palabras, o se mueve hacia delante sin tregua alguna, como viene haciendo desde que el comunismo soviético pasó a mejor vida, o sus correligionarios de base sufrirían el riesgo de pararse y darles por pensar. Y un hombre, por más imbuido que esté de fanatismo, si acaba usando la meditación para preguntarse qué hay de su vida, llegará a comprender que está al servicio de una causa infame y tal vez la abandone si su familia no está demasiado amenazada, amenaza que se da con demasiada frecuencia en el mundo islámico.
Así, pues, es preciso recordar que el islam ha evolucionado en las últimas décadas como una corriente de poder ideal para encerrar en su seno todo germen de violencia y despotismo destinados a la exportación. Aun cuando en siglos pasados el islam nunca fue lo que se dice un paradigma de tolerancia, hoy se ha convertido en una ideología tan sumamente liberticida que no permite la menor disconformidad en los territorios donde se asienta, es decir, al más puro estilo soviético.
Ahora bien, en el mundo occidental hay al menos dos corrientes de ciudadanos que no ven con malos ojos todo lo que suene a islámico: De un lado tenemos a los antiguos comunistas, autodenominados en la actualidad con cualquier otro nombre que no les desacredite tanto, cuya filosofía política se caracteriza por el respaldo incondicional a los musulmanes. Es lógico que así sea, ya que para esos comunistas enmascarados el islam es el gran enemigo del cristianismo y de la libertad, y por lo tanto los musulmanes serán siempre sus aliados estratégicos.
Pero de otro lado tenemos al bobo pacifista, cuya incapacidad para distinguir el peligro que supone el islam lo declara apto para ser de los primeros en caer tan pronto como los islamistas se le aproximen a su casa. Algunos de esos pacifistas incluso practican el activismo más absurdo, reprochándoles a sus dirigentes políticos la falta de comprensión con lo que vienen a denominar "otra cultura". Tomemos como ejemplo a una señora canadiense que le remitió una queja al ministro de Defensa de ese país, Gordon O'Connor. Lo hizo respecto al trato, a su juicio inadecuado, que se les daba a los prisioneros en Afganistán.
A continuación puede leerse la respuesta del ministro. Vale la pena, de paso, compararla con la actitud pusilánime que a veces ha manifestado la Chacón, para quien aún no se está en guerra con los talibanes.
Estimada ciudadana comprometida:
Gracias por su carta en la que expresa la preocupación por el trato que damos a los terroristas talibanes y de Al Qaeda en manos de las Fuerzas Armadas Canadienses. Se los transferimos al Gobierno de Afganistán que los mantiene presos en su sistema carcelario. Pero, en atención a las quejas que recibimos de ciudadanos comprometidos como usted, hemos creado un nuevo programa LARK [iniciales en inglés para Responsabilidad Aceptada de los Liberales para con los Asesinos].
De acuerdo con ese programa, hemos decidido seleccionar un terrorista y colocarlo bajo la dependencia de la familia de usted. El próximo lunes tendrá usted en su casa a Alí Mohamed Amé Ben Mahmud (puede llamarlo simplemente Amé). Espero que puedan tratarlo amablemente tal como exigía usted en su carta de protesta. Lo más probable es que necesite usted contratar a algunos ayudantes para esa misión.
Cada semana nuestro departamento le va a hacer una visita de inspección para comprobar que se tienen en cuenta los principios de buen trato que exigía usted en su carta. Debo advertirle que Amé es un psicópata extremadamente violento, pero confiamos en que, con la sensibilidad que usted manifestaba en su carta, logrará superar ese inconveniente.
Seguramente tiene usted razón al describir esos problemas como meras diferencias culturales. Pero insistimos en que su huésped resulta extremadamente eficiente en el combate cuerpo a cuerpo y que puede matar con un lápiz o un cortauñas. Le rogamos que no le pidan a Amé que demuestre esas habilidades en el grupo de yoga al que usted asiste.
Además, Amé es un experto en fabricar artefactos explosivos con productos caseros; así que tenga bien guardados esos productos a menos que en su opinión esa decisión pueda ofender a Amé.
El terrorista no querrá relacionarse con usted o con sus hijas (excepto sexualmente) puesto que él considera a las mujeres como meros objetos. Ese es un aspecto muy sensible, ya que se le han observado tendencias violentas respecto a las mujeres que no cumplen con el atuendo prescrito en las costumbres islámicas. Así pues, confío en que a usted no le moleste llevar el burka; de ese modo contribuirá usted a respetar la cultura y las creencias que manifestaba en su carta.
Gracias otra vez por su preocupación. Estamos muy reconocidos a las personas como usted e informaremos a nuestros conciudadanos de su cooperación. Buena suerte y que Dios le bendiga.
Atentamente, Gordon O’Connor, ministro de Defensa.
Pd: No descarto la posibilidad de que la carta sea apócrifa. Incluso si así fuese, posee un alto valor didáctico.
Autor: Policronio
Publicado el 5 de enero de 2010
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