lunes, 1 de octubre de 2018

Bosquejo a mano alzada sobre los nuevos ministros


Cuando no llegaban al año en el cargo, ZP ha justificado el relevo de cinco ministros para darle a su gobierno un “cambio de ritmo”. Lo que el presidente no ha explicado con la suficiente claridad es en qué dirección e intensidad quiere efectuar ese cambio. Y es que la acción retrógrada, vista la deriva hacia soluciones más propagandísticas que reales, no es en modo alguno descartable. Eso sí, nuestro hombre dice que le preocupa enormemente el desempleo y ha definido a su nuevo gabinete como “un equipo fuerte, activo y con gran peso político”.


Del peso político no tengo ninguna duda, puesto que ahora forman parte del gobierno los números uno, dos y tres del partido socialista. Será cuestión de escoger para una secretaría de Estado al jovencito que dirige las juventudes socialistas, un tal Sergio Gutiérrez Prieto, que no deja de ser un político profesional desde los 14 años. Más o menos como Pepiño. Y ya estarán todos los que son. 

Lo que sí cabe cuestionarse es la eficacia que supondrá, para frenar la preocupación zapaterina del paro, introducir en economía a una ministra que apenas sabe nada del tema, con una carrera ya más que olvidada que nunca ha ejercido, y añadirle al lado, de colega vicepresidente, al tío más eficaz a la hora de destruir puestos de trabajo, como es Manuel Chaves, que puede presumir de haber dejado un millón de desempleados en su feudo de Andalucía, cifra en la que no se incluyen a los jornaleros del PER, que son otro buen “puñao”. 

De Pepiño ya ni hablemos, con la cara paga. Me lo imagino al frente del ministerio más rumboso en presupuesto y ante un mapa en el que irá tirando rayas que supondrán las nuevas infraestructuras. Rayas que cuando pasen por un municipio gobernado por el PP, ante todo sectarismo, aparecerán de forma discontinua y en una llamada a pie de página anotará que ahí habrá que instalar un viaducto, ya que “no van a beneficiarse también los de la derechona”. ¡Faltaría más!

Habrá que seguir de cerca, asimismo, a la ministra de la ceja —donde radica su único mérito para el cargo—, esa individua que pretende ponerle puertas a Internet y que se ha declarado en más de una ocasión admiradora de la SGAE. De Gabilondo cabe esperar que mejore en algo la gestión educativa, porque hacerlo peor que Cabrera es imposible. Y creo que me dejo a la guapita Jiménez, que esperemos no tenga la misma obsesión que su antecesor por la eutanasia y la manipulación de células embrionarias, una técnica, por cierto, ya superada por la ciencia

En cualquier caso, flojos remeros me parecen para evitar que el patrón de la galera no imponga sus acostumbrados caprichos políticos —especialmente a Salgado— en contra del sentido común. Porque a mi juicio esa es la clave, a alguien se le ha olvidado cambiar —en su caso dimitir— al ministro más incapaz con diferencia, al propio presidente. 

Autor: Policronio
Publicado el 8 de abril de 2009

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