viernes, 26 de octubre de 2018

¿A quién se defiende?


La CNC (Comisión Nacional de la Competencia), que dirige Luís Berenguer, adscrito al Ministerio de Economía, opina que las Entidades de Gestión de la Propiedad (Léase aquí, básicamente la SGAE) ejercen un “abuso reiterado de poder” y su funcionamiento no cuadra con la normativa europea, ni con la libre competencia, “ni con los tiempos que corren”.

En un histórico informe de oficio, este organismo considera que es tanta la injusticia que existe, que entretanto no se proceda a la “revisión general de la ley”, es urgente tomar medidas contra el “abuso de posición de dominio al que han llegado” estas gestoras, a las que se permite “imponer tarifas inequitativas, y o discriminatorias”. Dicho informe es una bofetada mayúscula a estas entidades y al Legislador (Léase aquí, Gobierno), del cual comenta que parece que su voluntad sea la de que “existan entidades monopolísticas” y que “la C.E. (cuyo presidente de turno es Rodríguez Zapatero) puede llegar a considerar que España es responsable de infracción del art.86 del Tratado”.

Las Entidades de Gestión de la Propiedad (EGP) se crearon como instrumento para defender los derechos de los creadores contra las industrias culturales, que venían explotando a los artistas ejerciendo abusos lamentables. Como se recordará, se daban casos flagrantes; Ibáñez no tuviera derecho a dibujar a Mortadelo a pesar de ser su autor; algunos jóvenes grupos musicales eran, en la práctica, esclavos de las casas discográficas con las que habían firmado contratos leoninos; o las productoras recortaban y modificaban películas de algún director para hacer “su producto” más comercial. Con el espíritu de que los artistas tuvieran unos ingresos proporcionales a la explotación de sus obras, y mayores derechos sobre las mismas, nacieron dichas EGP.

Conforme las nuevas tecnologías (las herramientas “caseras” de edición que alcanzan niveles de calidad casi profesionales, y la capacidad infinita de difusión de Internet), hacen que dichas industrias sean cada vez más prescindibles para los jóvenes autores y usuarios de productos culturales, el aparato de las grandes compañías ha querido defender con uñas y dientes su posición tradicional de dominio. No dudaron en cargarse Napster comprándola y cerrándola (hoy presionan para que se legisle en España, permitiéndoles cerrar páginas sin intervención de un juez). Presionaron para imponer un cánon por el que los ciudadanos son castigados por nada. Y en un ejercicio de gran cinismo, se han apuntado al carro de la defensa de los derechos a la propiedad, que nació precisamente para combatirles (y así la SGAE pasó de llamarse “Sociedad General de Autores de España” a “Sociedad General de Autores y EDITORES”).

En un país como el nuestro, en el que pagamos por el mismo producto cultural varias veces: La subvención previa, la compra en sí, el uso (por ejemplo, un hilo musical en una peluquería), el cánon del soporte de la copia (la hagamos o no), y la posible multa de la SGAE, si no cumplimos a rajatabla con las tarifas “inequitativas, y o discriminatorias” que imponen, no deja de ser normal que seamos líderes mundiales de las mal llamadas “descargas ilegales” (todas las sentencias confirman que son “legales”), aunque sea como mecanismo popular de compensación y pataleo.

Una nota al tema del intercambio de archivos. En el ranking de descargas de películas (ojo, este año ha habido estrenos de los autores españoles de más éxito: Almodóvar y Amenábar) ninguna película española ni entre las 15 primeras… ¿A quién defiende la SGAE?

No deja de ser curioso que los artistas abanderados de la defensa de la propiedad intelectual sean mediocres, o parezcan estrellas apagadas. ¿Qué está defendiendo Ramoncín, por poner un ejemplo? ¿Una carrera que fue corta y no demasiado brillante, y que hoy parece extinta e improductiva? O la verdadera fuente de ingresos que le da de comer, que no tiene nada que ver con vivir de CREAR música, sino vivir DE LA música. Eso no tiene nada que ver con ser un creador o un artista.

Tengo un familiar que ha escrito un libro de éxito. En las librerías se vende cada ejemplar por 18 Euros, él recibe 1. Cuando a algunos se les llena la boca pidiéndonos a todos sensibilidad, que defendamos a los autores, que respetemos su legítimo derecho a proteger su obra, su creación. ¿Qué hemos de defender?, ¿Los 17 o el 1?

Autor: Pedro Villa Isorna
Publicado el 26 de enero de 2010

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