Pilar Rahola, ante todo nacional-separatista catalana. |
Se sabe que una persona es nacionalista si no es capaz de distinguir entre el conjunto de los ciudadanos de un pueblo, pongamos una región española como Cataluña, y los políticos que detentan el poder en esa región. Conviene aclarar que en el presente caso el verbo ‘detentar’ se ajusta como anillo al dedo, puesto que alude a alguien que ha sido elegido de forma ilegítima. Y en Cataluña, debido a la falta evidente de democracia como consecuencia del férreo régimen nacionalista en el que viven, la totalidad de sus políticos se encuentran en una situación autócrata, de partido único.
Nos hallamos, pues, ante una democracia corrupta y despótica, la catalana, que algunos pretenden bendecirla por el simple hecho de que se vote allí cada equis tiempo. Igual que pasa en Cuba, en Corea del Norte o sucedía en plena época franquista, cuando los procuradores en Cortes pasaban por el paripé de las urnas. Situaciones en las que nadie sensato levantaría el falso testimonio de afirmar que esos tres regímenes citados fuesen democracias. A lo sumo dos de ellos, Cuba y Corea del Norte, podrían ser llamados democracias populares, es decir, dictaduras tiránicas y sangrientas, y la española de los tiempos de Franco podría ser calificada de democracia orgánica, o sea, otro tipo de dictadura o dictablanda, según fuese el gusto de quien la vivió.
Viene lo anterior a cuento del artículo que aparece hoy en La Vanguardia [enlace roto], con la firma de Pilar Rahola, en el que esta señora, tan nacionalista ella y por lo tanto tan irreconciliable con la realidad, le da una buena dosis de estopa a José Antonio Monago, alto cargo de los populares extremeños, y lo hace a propósito de unas declaraciones en las que el popular llegó a afirmar esta frase: "No hay que olvidar que quien nos ha quitado y robado la cartera y buena parte del futuro de los extremeños ha sido el Gobierno catalán".
A lo que la señora Rahola responde: Es decir, que Catalunya, de la mano de su pérfido gobierno, es una ladrona que deja a un pueblo entero, el extremeño, sin su precario futuro. Tras lo cual, la columnista se despacha a gusto con todo tipo de ordinarieces mingitorias y descalificaciones hacia el político extremeño, además de tirar por elevación hacia el “gran urinario de la política española” y rematar la faena extrayendo un par de deducciones que no me resisto a copiarlas: "Lo cual nos dice dos cosas: la primera, que el odio a los catalanes es una agresión impune en el código penal; y la segunda, que nos hemos acostumbrado. El problema, pues, no son los Monago, que se apuntan al bombardeo anticatalán con la fruición del recién llegado. Ni los aprendices de Losantos que pululan por las nuevas tertulias del acorazado mesetario. El problema es que la caza al catalán está bien vista en el coto español y da réditos a estos bocazas. Contra Catalunya se vive mejor, de ahí que algunos monten, en ese territorio antidemocrático, su miserable chiringuito político. La cuestión es ¿hasta cuándo lo permitiremos?". Y lo dice ella, habitante del pestilente ‘charco amarillo” cuyos políticos no dejan de sembrar odio hacia todo lo español, conculcando muy a menudo las leyes y desde hace nada menos que la friolera de 35 años.
Lo que ocurre es que la periodista se ha montado toda una orgía nacionalista a partir de una frase incompleta extraída de la declaración de José Antonio Monago (un método según el cual puede convertirse a cualquiera en un canalla), frase en la que ha omitido este otro párrafo: “[Gobierno catalán], que ha conseguido una financiación autonómica hecha a su medida mientras los extremeños han perdido recursos del Estado que son necesarios para el legítimo desarrollo de la región”. Lo cual no puede ser más cierto, toda vez que con la nueva política distributiva de Zapatero (el mayor liante que han dado los siglos) hay unas pocas regiones que resultarán muy favorecidas, como pueda ser la catalana, y otras que han retrocedido a ojos vistas en los recursos que obtendrán, tal es el caso de Extremadura.
En cualquier caso, aunque nos quedáramos sólo con la frase inicial que Rahola le entresaca a Monago, lo que está claro es que el extremeño no habla de los catalanes en su conjunto, sino del Gobierno catalán, que es completamente distinto (y más si se trata de un gobierno despótico) para cualquiera que no sea un nacionalista furibundo dispuesto siempre a elevar su hipersensibilidad muy por encima de su razón. Claro que, pensándolo mejor, asociar el nacionalismo con la razón es más complicado que mezclar el agua con el aceite.
Autor: Policronio
Publicado el 26 de enero de 2010
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