sábado, 22 de septiembre de 2018

Respuesta a Brosio, paradigma del comentarista poco informado


Aseguraría que en ningún momento he negado los pelotazos urbanísticos. Pero no de ahora, sino desde el primer momento en el que el hombre comenzó a unir las piedras con argamasa. Negar algo así sería como negar que el Sol sale por el Este. Ahora bien, lo que sí niego con rotundidad es lo que se desprende de tus intervenciones: que en la construcción del Sureste se vive del pelotazo generalizado, o, textual, que “en el Levante no se pensaba en tomates ni hortalizas si no en forrarse con el ladrillo”. Una frase de lo más indignante y ofensiva para la gente de unas provincias sedientas que poseen varios siglos de tradición huertana y que reutilizaban tres veces (justo hasta que apareció el goteo) el poco agua del río Segura, a cuya desembocadura en Guardamar nunca ha sido posible exigirle un caudal ecológico puesto que el río llegaba casi seco con bastante frecuencia.


La política de trasvases no viene del boom de la construcción, como aseguras y sitúas entre los años 98-06, aunque en realidad la etapa más álgida de ese boom se inició sobre el 2001, con la primera caída importante del Euribor y el abaratamiento de las hipotecas, se reforzó a mediados de 2002, cuando la bajada del precio del dinero interbancario fue mucho más prolongada y por más tiempo, y finalizó con la crisis actual. Pues bien, en el 98 el PHN llevaba ya al menos un año elaborándose como proyecto, puesto que se trataba de una de las propuestas del PP incluso antes de llegar al poder en el 96.

Si tuvieses alguna idea del tema sabrías que la reivindicación de agua a través de trasvases tiene al menos dos siglos de vida. El del Tajo-Segura, por ejemplo, fue gestado al inicio de los años 30 del siglo pasado, durante la II República. Pero aún hay un trasvase anterior en el Sureste, que se inauguró en 1919 y comenzó a diseñarse en la década de los noventa del siglo XIX. Sí, siglo diecinueve, te lo repito con todas las letras para que lo cojas bien. Me refiero al trasvase del río Taibilla, del que se toma un ramal en la provincia de Albacete, uniéndose con el río Segura a la altura de Archena, y que suministra agua directamente, mediante canales adicionales, a Elche, Cartagena y Murcia, así como otras localidades menores.

Lo que coincidió con ese boom de la construcción, curiosamente, fue la paralización del PHN en 2004 (las malas lengua insinúan que se sustituyó por el plan AGUA en 2005), y ocurrió como consecuencia del chantaje nacionalista catalán a ZP. Unos nacionalistas recelosos de que el Levante-Sureste, con agua abundante, además de destinarla a la agricultura crease industrias turísticas muy competitivas a causa de su clima más soleado. No se olvide que Cataluña se encuentra entre las dos o tres primeras regiones turísticas de España, si no es la primera. En el caso de Aragón, cuyo presidente ejerció de monaguillo de los nacionalistas catalanes, el no al trasvase fue claramente un banderín de enganche político. 

El eslogan esgrimido acerca de que se quería el agua para el ladrillo y los campos de golf, usado siempre en términos despectivos, eslogan que ya veo tú has asumido aunque no cites el golf, lo cual me extraña, no fue más que un pretexto perverso al que se le dio la máxima difusión para lavarles la mala conciencia a los chantajistas y al chantajeado. Se llegó a sumar gente que propugnaba euro-regiones con Francia y que a la par despreciaba parte de la nación a la que pertenece, como por ejemplo Pascual Maragall, que a menudo añadía nuevas consignas: “A los del sur ni agua, que la derrochan”. 

Finalmente te contesto a esta “frivolité”: “En Murcia, hoy, se le puede sacar más partido a la planta desalinizadora de Carboneras, que produce sólo un 10% de su capacidad por falta de compradores. Curiosamente ha producido algua dulce para Cataluña a más de 600 km de allí”.

Según tengo entendido, la planta de Carboneras está infrautilizada a causa de dos razones primordiales:

1) Falta de infraestructura para llevar el agua hasta los campos, infraestructura que debía haberse efectuado en paralelo a la propia planta y que es ahora cuando parece que se están haciendo alguna, solamente alguna.

2) Precio y condiciones prohibitivas del agua que los agricultores no pueden permitirse y a los que, además, se les quería obligar a un desembolso inicial, mediante aval bancario, que debía ser obligatoriamente solidario. Es decir, la Administración pedía que se asociaran los agricultores que quisieran beneficiarse del agua, se comprometieran a un consumo determinado (lloviese o no), avalaran entre todos el precio estipulado de ese consumo y si alguno de ellos finalmente no podía o no quería pagar, pues el resto debería hacerlo por él.

Y es así como el “Gobierno de España” ha establecido que funcione el régimen económico y fiscal de las desalinizadoras, todas por igual. De ahí que el fracaso de esas plantas haya sido absoluto en lo que se refiere al consumo de agua destinado al regadío. En muchos caso los agricultores prefieren dejar las tierras en barbecho o plantar de secano antes que entramparse de por vida o ir directamente a la ruina. De ahí que el PP solamente diseñara unas pocas desalinizadoras, en lugares muy concretos, y destinadas sobre todo a prever agua para el consumo humano en caso de no poder abastecerse del Ebro como consecuencia de alguna sequía extraordinaria.

Por otra parte, ya me dirás cómo se lleva el agua de Carboneras a los campos de Murcia, ¿también en barco? Porque fue en barco, detalle que curiosamente omites, como se transportó el agua solamente a Barcelona (tú pones Cataluña), ciudad que llegó a pasar cierto apuro para cubrir sus necesidades hídricas. Eso sí, finalmente no llegó más que a descargar un único barco (más otro procedente de Marsella), ya que comenzó un período de lluvias que acabó con la sequía y al mismo tiempo con ese trasvase del Ebro a Barcelona (recordemos: “El agua del Ebro no se toca”), iniciado entonces por el Estado y luego suspendido, y al que hipócritamente le dieron cualquier nombre menos el de trasvase.

Ni te cuento la cantidad de millones que debieron invertirse, pagados por los españolitos, para acondicionar la planta de Carboneras y el puerto de Barcelona a fin de que los buques cisterna pudiesen operar. Si a eso le sumamos el precio de acarrear el agua a esa distancia que tú mismo fijas, la pregunta obligada seria esta: ¿A cuánto debió costarnos el metro cúbico de agua (la operación corría a cargo del Estado) y a cuánto iban a pagarlo los barceloneses? Y que conste que no me sabe mal pagar mi parte de un agua a precio de oro si es para darle de beber a las personas. Pero debe constar, igualmente, que los pelotazos no se dan tan sólo en la construcción, sea del Sureste, sea de cualquier otro lugar de España, sino que se producen en todos los ámbitos de la vida, y con especial profusión cuando los gobiernos son tan miserables como cobardes e interesados. 

Por lo tanto, amigo, procura escribir aquí acerca de lo que sepas. Se nota demasiado tu afán por meter la cuchara en todos los guisos, siempre a favor de los mismos. A veces muy injustamente y con exceso de desprecio para quien no se dedica a la política ni cabe atribuirles fechoría alguna, hasta que se pruebe, naturalmente.

Autor: Policronio
Publicado el 12 de febrero de 2009

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios moderados.