sábado, 22 de septiembre de 2018

Homenaje a la vida

Quizá fue así.

Como un pequeño homenaje a la pérdida de Eluana Anglaro cuya muerte a mi juicio supone otra derrota de una especie humana cada día más apática frente a los derechos naturales, que son considerados a menudo el estorbo para satisfacer la codicia que tanto abunda y cuya manifestación de rechazo degenera con frecuencia en molicie e insensibilidad extrema, quiero dedicarle hoy estas líneas a Eluana y añadirle un relato que supongo corre desde hace algún tiempo por Internet, si bien a mí me llegó recientemente vía “emeil”.

Para los que hayan leído el relato, valdrá la pena recordarlo; para alguno que lo lea por primera vez, le deseo que experimente la emoción de quien al fin descubre que todas las vidas de los seres humanos valen lo mismo. Se encuentren como se encuentren o donde se encuentren, puesto que si buscamos una causa que justifique eliminarle la vida, como se ha hecho con Eluana, apenas quedaría nadie libre de razones para sobrevivir. Lo dijo el clásico con palabras sabias: “Si me alejo de la vida, exagero adrede su insignificancia”.


El Mejor Ginecólogo

Si hubiese más médicos así, el mundo sería mucho mejor.

Llegó una mujer muy asustada al consultorio de su ginecólogo, y le dijo:

-Doctor: por favor, ayúdeme, tengo un problema muy serio. Mi bebé aún no ha cumplido un año y ya estoy de nuevo embarazada. No quiero tener otro hijo en tan poco tiempo, prefiero un espacio mayor entre uno y otro...

El médico le preguntó:

-Muy bien, entonces ¿qué quiere que yo haga?

Y ella respondió:

-Deseo interrumpir mi embarazo y quiero contar con su ayuda.

El médico se quedó pensando un poco y, después de algún tiempo de silencio, le dijo a la mujer:

-Creo que tengo un método mejor para solucionar el problema y es menos peligroso para usted.

La mujer sonrió, pensando que el médico aceptaría ayudarla. Él siguió hablando:

-Escuche bien, señora, para no tener que estar con dos bebés a la vez en tan corto espacio de tiempo, vamos a matar a este niño que está en sus brazos. Así usted podrá descansar para tener el otro, porque tendrá un periodo de descanso hasta que el otro niño nazca. Si vamos a matar, no hay diferencia entre un niño y otro. Y hasta es más fácil sacrificar éste que usted tiene entre sus brazos, puesto que usted no correrá ningún riesgo.

La mujer se asustó y dijo:

-¡No, doctor! ¡Qué horror! ¡Matar a un niño es un crimen!

-Yo también pienso lo mismo, señora, pero me pareció usted tan convencida, que por un momento pensé en ayudarla.

El médico sonrió y después de algunas consideraciones vio que su lección surtía efecto. Convenció a la madre que no hay la menor diferencia entre matar un niño que ya nació o matar a uno que está por nacer, y que está vivo en el seno materno.

¡El crimen es exactamente el mismo!

¿Sabes desde cuándo Dios te ama? ¡Desde el vientre de tu madre! (Salmo 139)

¡¡Di NO al aborto!!

Autor: Policronio
Publicado el 10 de febrero de 2009

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