viernes, 21 de septiembre de 2018

Razones de peso

"Sintecho" necesita hogar con mujer rica.
A la vista de las acusaciones, sin otro fundamento que la incomprensión lectora, que desde otros *foros, bitácoras y demás covachuelas se lanzan contra el supuesto machismo, homofobia o racismo de Batiburrillo en general y del que suscribe, en particular, no tengo por menos que dedicar las siguientes líneas a desmentir tamaña estupidez.

Y como tengo el día sincero, no me voy a perder en disquisiciones filosóficas y otras zarandajas.

Para empezar, no soy machista, porque no tengo tiempo ni ganas para acometer semejante empresa. Porque ser machista debe ser cansadísimo, agotador. Tendría que empezar por someter de grado o por la fuerza a mi madre, a mis hermanas, a mi cónyuge B, a mis hijas, cuñadas, sobrinas, colegas y amigas diversas. Como comprenderán, ello supone un esfuerzo para el que no estoy preparado y una dedicación fuera de mi alcance.


Por otra parte, ser machista supone renunciar de plano y para siempre a una de mis aspiraciones más íntimas y más o menos confesable: disfrutar lo que me queda de vida de la condición del zángano. Literal. ¡Qué no haría yo porque una nazifeminista me mantuviera por los siglos de los siglos, por el módico precio de zanganear, cuando para ello fuera requerido! Siempre que no sea de la Vogue. Por razones obvias. No meto en este berenjenal a mi cónyuge B, porque de antemano me ha dicho que si quieres arroz Catalina.

En lo que se refiere al supuesto racismo, la cosa se complica: Para batiburrillo de razas, mi árbol genealógico. Tendría que comenzar por averiguar cuál de las razas que han conformado mi naturaleza es la dominante, por número de miembros. Después de tamaña empresa, debería calibrar si merece la pena ser racista judío, exponiéndome a peligros sin cuento, incluso que me entrulle la Audiencia Nacional.

No les digo nada, si resulta que la raza predominante en la tal mezcolanza es la árabe o del Magreb: tendría, en consecuencia, que convertirme en machista y homófobo. ¿Y si fuera la celta, o peor, visigótica? Sería como volver a la escuela y aprender la lista de los reyes tales, o el colmo de los colmos, hacerme amigo de Anxo Quintana y encargar un casco con cuernos. Y que quieren que les diga, ya estoy muy mayor para ello.

Y en lo que concierne a mi supuesta y aireada homofobia, no tengo por menos que manifestar que, aunque pueda sonar a paradoja, ello está radicalmente en contra de mi virilidad y de mis inclinaciones naturales, las cuales procuro cuidar como oro en paño.

No sé si fue Malthus el autor de la frase favorita de Stalin: “cuantos menos estemos a más tocamos”, pero cuánta razón tenía. No les digo nada en que posición de ventaja quedaría, si resultara que todos mis amigos, colegas,  conocidos y desconocidos varones fueran homosexuales. Pues eso.

*No pongo enlaces, porque ni siquiera me lo agradecen.

Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 30 de enero de 2009

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