Cotilla incorregible. |
Si alguien me preguntara por las pocas cosas que recuerdo con amargura de mi infancia, sin duda alguna, no tendría más remedio que sacar a colación el papel que las comadres cotillas jugaban en la difusión de lo políticamente correcto de la época, que no era otra cosa que oscurantismo y caspa al por menor. Como ahora, pero en blanco y negro.
Por supuesto que las tales se consideraban catolicísimas, apostolicísimas y más romanas y papistas que el Papa -como ahora son ateas elevadas al cubo- y tan acostumbradas a lidiar con los siete pecados capitales, siete, que digo yo que más de un algo se les pegó del asunto. Y tan, tan alumbradas por la caridad …
Y digo lo anterior, porque vistas las últimas andanzas de este chico tan leído y tan escribido, no he tenido por menos que acordarme de esas comadres, tan santurronas, oscuras y miramelindrosas, como corroídas de pura envidia, proveniente de una frustrada lujuria y sin una codicia que tuviera su reflejo en la cuenta familiar de resultados.
No sé si Elentir fue falangista, ni me importa -yo fui socialista matacuras y me aprecio muchísimo-, lo que sí sé es que las neuronas del mentado y vestido de negro negrísimo, disimulador del guarro guarrísimo, tienen la costumbre de dar un rodeo, cuando tienen a la vista su lindo culo. Dicho sea en estrictos términos descriptivos y sin ofender.
Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 31 de enero de 2009
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