"Metrópolis" de Banjul (Gambia) 2007 |
No es posible que a nuestro país, España aún para algunos, se le tome más a cachondeo de lo que ahora se le toma. Si el cachondeo fuese una unidad de medida, pongamos una divisa cotizada, hacia Zapatilandia se dirigirían todas las burlas, mofas y befas de este mundo. Esas unidades de cuento, que no de cuenta, se mostrarían siempre dispuestas a refugiarse aquí, como si de una fuga de capitales se tratase, al constarle a sus traficantes que iban a ser bien acogidos en este territorio. Al genuino estilo de la Suiza plagada de bancos, importantes partidas de escarnio y ludibrio pasarían a engrosar nuestras cámaras acorazadas. Con una diferencia, los helvéticos son proclives a las cuentas numeradas y secretas, mientras que los hispanos, mayormente en su variedad zapaterina, somos aficionados a divulgarlo todo. Y lo que no se sabe "per se", se filtra "per que sí".
Y es que "Estepaís", señores, por obra y gracia de las improvisaciones gubernamentales y el nulo prestigio que de ellas se desprende, está plagado de agencias bancarias donde hasta lo más deprimido del tercer mundo quiere depositar algunas partidas de lo que pudiéramos denominar burla ocurrente. Tal es el caso de Gambia, una "gran potencia" especializada en plantaciones de cacahuete --ojo al dato--, elaboración de cayucos llave en mano, de los que exporta buena parte de su producción al vecino Senegal, y recepción compulsiva de fondos de ayudas al desarrollo, actividad, esta última, en la que realmente sobresale desde hace tiempo. Con apenas 1.5 millones de habitantes escasamente urbanizados, Banjul es su capital y cuenta con menos de 33.000 residentes --por debajo de los primeros 500 pueblos españoles--. Gambia posee un lema que ha incumplido sistemáticamente desde su fundación: "Progreso, paz y prosperidad". De tal suerte --mejor llamarlo desgracia-- que no son pocos los gambianos que llegan a España en busca de un "progreso" distinto al de su tierra.
He aquí la principal actividad industrial de Gambia, la producción de cayucos destinados a las mafias africanas. |
Pues bien, incluso Gambia se ha permitido el lujo de ridiculizar a un gobierno socialista —no debo escribir español, no se lo merece— que alardea de “Gobierno de España” y sistemáticamente incumple su propio lema-pantalla. Y encima lo hace aún con más saña que los gambianos el suyo. Y si no lo creen, fíjense en este titular de El Mundo: “Vuelve a España un avión con 101 inmigrantes que Gambia rechaza readmitir”. Más adelante, el cuerpo de la noticia comenta que: “Fuentes del Ministerio [Interior] aseguraron que los ciudadanos gambianos habían sido previamente reconocidos por autoridades de ese país desplazadas a Canarias y que tanto el Ministerio de Asuntos Exteriores gambiano como su dirección general de Inmigración habían firmado la repatriación”.
Nada, que nos mandan el avión de vuelta, donde también se ha “paseado” un centenar largo de policías españoles, y se quedan tan tranquilos. Igual el gobierno de Gambia teme un golpe de Estado a manos de los repatriados, gente que ha visto el primer mundo y ahora no va a ser fácil que se conforme con volver a la dieta alimenticia de la tradicional y generosa tajada de hambre. Y perdón por el uso de una frivolidad que solamente pretende describir la trastienda de esa “gran potencia” que nos ha tomado el pelo.
Como sea, en vistas de que no es la primera vez que otros estados incumplen los acuerdos de repatriación que han firmado con nosotros —muestras adicionales de la falta de respeto al “Gobierno de España”—, no me extrañaría nada que al final, con el mejor sentido del humor posible, los agentes policiales españoles llegaran a decirles esto a sus familias: “Me voy a tomar café a Gambia y ahora vuelvo”, por ejemplo. Eso sí, en el caso de Gambia, igual son de a kilo las raciones de cacahuetes servidas en el avión.
Autor: Policronio
Publicado el 20 de septiembre de 2008
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios moderados.