Cientos de kilos de explosivos destinados a la masacre y al estrago han sido usados otra vez, durante los últimos días, por los criminales etarras. Como resultado de una locura que no cesa, nos encontramos con nuevas víctimas mortales en nuestra querida patria, sin contar los cuantiosos daños en el patrimonio de los ciudadanos, que para muchos es como arrancarles la propia vida. ¡ETA, asesinos! Entretanto, miles y miles de individuos mantienen inalterable su simpatía con esos canallas del País Vasco. ¡Miserables!
No soy capaz de escribir dos líneas seguidas sin que me acometa el deseo de insultar gravemente a los que dirigen la política en España, con especial énfasis en los dirigentes vascos, tan insensibles unos y otros ante la pérdida de vidas humanas, a las que consideran —estoy seguro— apenas un “daño colateral” derivado de su instinto para seguir en el poder. Pero hoy voy a abstenerme de usar el improperio directo en contra de este o aquel político —son muchos a los que podría culparse—, no quiero que se me note demasiado la ira que siento hacia ellos, responsables últimos por omisión del asesinato de un brigada de nuestro Ejército.
Estoy convencido de que llegará el día, incluso sin que los de mi generación lleguemos a verlo, en que el País Vasco se incorpore a la normalidad perdida como consecuencia de una Transición que dejó en manos de la peor ideología existente, la nacionalista, la custodia de vidas y haciendas. Un nacionalismo que de inmediato utilizo a su propia sociedad, igual que a las cobayas en los laboratorios, para manipularla como si de un experimento virológico se tratase.
No es el bienestar del pueblo lo que se ha buscado en el País Vasco durante los últimos treinta años, sino saciar la sed de radicalidad de sus políticos, entre los que aún no ha aparecido ninguno que no pueda ser catalogado de detestable, de infame. Y con esos políticos, malnacidos sean, ¡cómo no va a existir una ETA!, mero brazo ejecutor de otras ambiciones. ¡Cómo no va a surgir de vez en cuando el endemoniado Mr. Hyde, si existe el infame Dr. Jekyll!
Descansen en paz las nuevas víctimas de la barbarie. ¡Honor a ellas!
Autor: Policronio
Publicado el 22 de septiembre de 2008
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