sábado, 8 de septiembre de 2018

El precio de una silla


La de cosas que han pasado en los 10 días que he estado alejado de este blog y de la prensa en general, así que voy a intentar ponerme al corriente en los artículos que le debo a Batiburrillo y comenzaré cuanto antes a insertar las impresiones recibidas a mi vuelta. Me ha sorprendido, en primer lugar, que un menesteroso intelectual como es Zapatero, que además aúna la condición de deficiente profundo en lo económico y de gran maestre en la creación de desempleo, haya logrado finalmente que se le invite a la cumbre de Washington.

Claro que si se repara en el hecho de que Sarkozy va a llevarle de la manita para que se haga la foto y pronuncie un breve discurso de índole “rojitranco”, es decir, de ataque retrospectivo a los mandatarios más eficaces que ha dado Occidente en largas décadas —casos de Reagan, Thatcher e incluso Aznar, éste a otro nivel—, se comprenderá el entusiasmo pueril de ZP por haber logrado que le dejen la sillita y el mucho agradecimiento que por esa causa deberá demostrarle al presidente galo. Y digo deberá, no sólo con palabras de este tipo: “Todo lo que me pidas, te lo daré”.


De entrada, que se vaya preparando Repsol para ver cómo el 20 % de las acciones que posee Sacyr acabarán tarde o temprano en manos de la francesa Total, competidora directa de la rusa Gazprom en el deseo de hacerse con un gran bocado de la principal energética española. No importa lo que diga ahora el bienmandado presidente de Repsol, Antonio Brufau, en el sentido de que la sociedad “seguirá siendo española, privada e independiente”, porque también lo era Endesa y ya vimos de qué modo buena parte de la eléctrica fue adjudicada tramposamente a una empresa pública italiana.

Aquí la clave de todo parece estar en manos de la Caixa, que a través de Criteria-Gas Natural controla las decisiones del Consejo de Repsol. Y claro, no olvidemos que la Caixa, como todas las cajas de ahorros españolas, ha sido víctima de los derroches y caprichos políticos autonómicos, por lo que posee un agujero negro que necesita cubrir angustiosamente con el dinero público ofrecido por Zapatero. O sea, buena parte de esos 150.000 millones de euros destinados subrepticiamente a los amigachos: los bancos -menos necesitados como estamos viendo- y muy especialmente las cajas.

Una segunda faceta del agradecimiento zapaterino a quien le ha facilitado la sillita de Washington podremos verla a no tardar en el asunto de la energía nuclear, que puede llevarnos por dos caminos distintos, quizá complementarios, y ambos muy beneficiosos para la industria francesa. Para entendernos, en este tema de las nucleares Zapatero hará lo que más le convenga a Sarcozy, que podría ser: 1) Prolongar la moratoria nuclear para seguir comprándole grandes cantidades de electricidad a nuestros vecinos, curiosamente de ese mismo origen, en espera de 2) encargarles a los franceses una serie de centrales nucleares, llave en mano, que nos facilitarían dentro de una década y que dejarían la electricidad española a resultas de lo que quisieran instalarnos aquí, tanto en relación a la calidad técnica como al modo de financiación. Y eso sin hablar de posibles fusiones con nuestras eléctricas, “forzadas” por las circunstancias, por no denominarlas absorciones, que acabarían por darle el control total de la electricidad española a Francia.

Lo creo perfectamente posible en alguien que ya ha traicionado a España, enfrentándonos mediante leyes absurdas a unos contra otros -en su provecho-, y va pagando con algo más que sonrisas el impuesto revolucionario de ir vendiendo la patria a los separatistas, como puede advertirse a poco que uno se fije en la fragmentación o desaparición de las condiciones comunes que se precisan para cohesionar a una nación: Justicia, lengua, agua, educación, partidas presupuestarias, infraestructuras… Luego tanto le da a quien ahora manda, con tal de seguir haciéndolo, que sea el cismático de la periferia quien se quede con una parte de la nación, para ir soltando amarras, como que nuestra economía pase a manos de los países vecinos. ¡Ande yo caliente, ríase la gente! Nuestro hombre acabará convertido en una especie de monarca que solamente presida pero no gobierne: No tendrá nada sobre lo que gobernar. Lo habrá entregado todo a sus acreedores políticos. “Todo te lo daré”, viniendo de quien viene, es una frase que suena demasiado a alta traición. 

Autor: Policronio
Publicado el 14 de noviembre de 2008

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