Ayer, día dos de octubre, aproximadamente a las siete de la mañana, le di un vistazo a la prensa digital y al ver en EL MUNDO dos cosas que me chocaron especialmente, la una por lo insustancial y la otra por lo grotesco y manipulador, escribí del tirón el artículo que ahora publico, tras esta explicación.
A esa hora esta noticia contenía esta frase, copiada y pegada en el texto del artículo, como tendrán ocasión de comprobar si siguen leyendo: "Hemos descubierto que estos aerosoles no son sólo minerales, sino agregados de compuestos que reaccionan con gases en la atmósfera, provocando que se limpie de dióxido de carbono, es decir, acaba con la lluvia ácida”
Al regresar a casa a mediodía, cuando me dispuse a publicar el artículo, comprobé que los enlaces se mantenían publicados en las páginas en cuestión y cuál es mi sorpresa, cuando veo que ese párrafo, que copié y pegué de la información publicada, había sido sustituido por este: "Hemos observado que estos iberulitos contienen minerales especialmente reactivos con gases de la atmósfera, provocando, por ejemplo, la formación de yeso y neutralizando, así, posibles lluvias ácidas. También tienen un efecto radiativo negativo, disminuyendo el efecto invernadero gracias a los sulfatos.
Como no era cuestión de hacer el imbécil, lo dejé, más que nada porque no había capturado la pantalla, lo que no impide que en homenaje a la nula credibilidad, que se ha ganado a pulso Pedro J. y tras la explicación oportuna, lo publique, esperando que alguno de los amables lectores pueda confirmar la veracidad de lo que estoy diciendo o me instruya, sobre si es posible capturar el texto de una publicación que ya está actualizada.
El CO2, la lluvia ácida y el trasero de los monos. Según Pedro J.
Tomar el primer café de la mañana suele ser sinónimo de lectura más o menos reposada de la prensa, según las prisas, claro. De un tiempo a esta parte, como no puede ser de otra forma, la digital, que parece pensada para leerla en pijama, con lo que, sin la molestia de la corbata, te puedes reír a carcajada limpia, sin peligro de ahogo, pero con el grave inconveniente de que la familia piense que has vuelto a beber o cosas peores.
Porque claro, ponte tú a explicar a un par de adolescentes que te hace mucha gracia que para la prensa seria, o de mayores, el hecho de que los chimpancés se conozcan por el culo sea noticia principalísima en las páginas de ciencia del diario del “sindicato del crimen”.
Y cuando te acabas de reír, vas y le explicas que en el mismo “mi periódico”, un becario se permite elucubrar con la lluvia ácida en estos términos: "Hemos descubierto que estos aerosoles no son sólo minerales, sino agregados de compuestos que reaccionan con gases en la atmósfera, provocando que se limpie de dióxido de carbono, es decir, acaba con la lluvia ácida”.
Mucho me temo que el amigo becario no ha asimilado bien la lectura de las instrucciones dadas, con objeto de ponerle patas y rabo al pobre dióxido de carbono, CO2, que bastante tiene con lo que tiene, como para que encima, también se le eche la culpa de que se sequen los pobres geranios.
Porque la lluvia ácida, que yo sepa y los chicos listos, que por aquí abundan, no me dejarán mentir, la forman los ácidos nítrico y sulfúrico, constituyendo el dióxido de carbono un simple convidado de piedra.
Estoy empezando a pensar que últimamente los clones de los chicos de El Mundo se han revelado, que quinientos euros al mes no dan para mucho, oiga. O sea, que vuelvan los titulares, joer. Más que nada, porque al ritmo que vamos, pasaremos del “mundo mundial” al mundo El Plural.”
Ustedes me dirán.
Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 3 de octubre de 2008
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