Como la Orquesta Filarmónica de Viena, institución machista donde las haya, no ha tenido la suerte de ser mandada por alguien tan inane como nuestro Z, las mujeres que allí moran e interpretan, cinco, de momento, pueden estar seguras de que ello es por sus propios méritos y no por la graciosa decisión o concesión del que manda, o de una infame ley de cuotas, que para el caso es lo mismo.
Albena Danailova |
No obstante, dos cosas me sorprendieron del pasado concierto de Año Nuevo: la endiablada colocación de los músicos sobre el escenario, con las violas a la derecha, los violonchelos de frente al Director y los contrabajos separados del resto de la cuerda, allá en el cielo del escenario, para que no estorben. Y por supuesto, la presencia, como segundo concertino, de la joven violinista búlgara Albena Danailova. Lo va a tener crudo, por cierto.
De la colocación de la orquesta el responsable es, sin duda alguna, el Director, Barenboim, y él sabrá lo que hace. Pero el mérito de la presencia de Albena Danailova en lugar tan preeminente de la orquesta, sin duda que se debe a ella misma, a su talento y a su esfuerzo. Desde luego, algo de lo que debe andar sobrada, para lograr convencer a uno de los últimos reductos machistas que pululan en nuestras instituciones, de la conveniencia de atribuir tan alta función a una mujer. Y muy guapa, por cierto.
Es por ello, que habremos de esperar que a la niña bonita del Clan de los Gazules, o sea, Bibiana Aído, no se le ocurra atribuirse el mérito, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, o lo que es lo mismo, que la Fundación Barenboim anda a pachas con la Junta de Andalucía.
Aunque bien pensado, lo mismo ni cae en la cuenta, entretenida como está Doña Bibiana en la promoción del flamenco y de leyes permisivas del asesinato masivo de inocentes.
O sea, que me quedo con Albena. No hay color.
Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 2 de enero de 2009
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