Anne Igartiburu |
Después de cuatro días con sus noches de intenso trabajo, por fin y gracias a Dios que la cosa retorna a la bendita rutina. Andaba el que suscribe dando una vuelta por Red Liberal —veo que de nuevo se trae a Enrique de Diego para obtener un rato más de lectura en el cuadrante superior izquierdo de la pantalla—, en procura de entretenimiento, cuando me encuentro con las reflexiones del amigo exiliado, a la sazón Don Luis I. Gómez, que nos sorprende con su post “100% coherente? Imposible”.
¿Coherencia? De imposible, nada de nada. Yo votaré a nuestra Marilyn Monroe, por guapa, inteligente y trágica. Un sol de mujer, hembra hembra para más señas, y más macizorra que las guapísimas azafatas de Ryanair, por mucho que les fastidie a las miembras del futuro partido “Mejor con estrecheces”, sector “Fémini-progre”, ala “No más anuncios de colonias”.
Si los Estados Unidos de América tuvieron como mejor Presidente del siglo XX a Ronald Reagan, que en Gloria esté, actor que dicen de segunda clase, en eso no me meto. En lo que sí me meto es en lo que afirma la progresía del mundo mundial y de todos los planetas, acerca de que fue más tonto que Hilario. Y por ello que les vayan dando por donde les quepa con cada una de las piedras resultantes del derribo del muro de Berlín.
No hay nada que nos impida a los celtibéricos, acostumbrados por asustados en la contemplación semanal de la primera Vice, votar a la mujer más prometedora en su ajamonamiento, a su vez prometedor de dichas sin par y desdichas de la misma naturaleza. Ella no es otra que Doña Anne Igartiburu. Y dicho en off: no se me enfade Doña Anne, que yo la quiero mucho.
Santo y seña de la honradez, valentía, pragmatismo, coherencia, mesura y buen hacer. Y que nadie se me ría de las gracias que a tan alta doncella adornan, que mil batallones de caballeros andantes a bien tuvieran de arracimar en procura y lanza de callar semejante afrenta.
Está claro que mi defensa de Doña Anne no está a la altura de la que otros hacen de Ron Paul, en su pelea por conseguirle el voto de entre los inscritos en el Partido Republicano. Sin embargo, escribiendo esta tontuna me lo he pasado de cine, siendo consciente de que se pongan como se pongan, quienes se ponen, por razones obvias nunca jamás podré votar a Ron Paul. Y de momento, Doña Anne no se presenta a nuestras elecciones, al menos que sepamos.
De modo que a votar a Don Mariano, que no es Ron Paul ni, desgraciadamente, Anne Igartiburu. ¡Joer!
Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 11 de enero de 2008
PD: Y hagan como el que suscribe, voten a Don Mariano... pensando que votan Marilyn.
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