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".....Y también es obvio, atendiendo a la lógica terrorista, que el gobierno surgido de esas elecciones, mediante el atentado, se constituye, lo quieran o no, en depositario de las esperanzas de subversión del orden político, fin último pretendido por el atentado....".
Como todos los lectores de Batiburrillo deben saber, el Tribunal Supremo ha resuelto los diversos recursos de casación interpuestos frente a la sentencia de la Audiencia Nacional, dictada respecto de los atentados del 11 de marzo de 2004. En este artículo, como comprenderán, no voy a exponer punto por punto lo que me parece o sugiere esa resolución, simplemente me voy a limitar a hacer una valoración respecto de un aspecto que me parece fundamental: la confirmación de la absolución de los que la fiscalía consideraba autores intelectuales, inductores en lenguaje del Código Penal, que los equipara a los autores materiales, y lo que conlleva respecto de la labor del gobierno.
No obstante, el hecho de que se haya confirmado la absolución de los pretendidos por la fiscalía autores intelectuales de la masacre, no implica en modo alguno que esos atentados carecieran de ellos. No creo que haya que extenderse en demasía para llegar a la conclusión de que un atentado de esas características necesita de una organización milimétrica que, obviamente, radica en la “autoría intelectual”, pretendida por la fiscalía, aunque ésta se haya equivocado de sujetos.
Bien. En el iter de un atentado lo primero que los inductores-organizadores han de elegir es el objetivo, no en su sentido material, destrucción de vidas y haciendas, sino la pretensión que va más allá, es decir, qué se pretende con la destrucción de esas vidas y haciendas.
En general, el fin último de toda actividad terrorista, y así ha sido históricamente, es la subversión del orden político constituido en un tiempo y un lugar. Por tenerlos más cercanos, pensemos en los ejemplos del IRA, ETA, el terrorismo corso, las Brigadas Rojas, etc. Por no hablar del GIA, HAMAS o HEZBOLA, o la más ambiciosa Al-quaeda, cuya meta declarada es la subversión del orden mundial, con la implantación en todo orbe de la Ley Islámica, principiando por los territorios que en algún tiempo estuvieron bajo su bota.
En lo que nos ocupa, no puede caber duda al respecto de la pretensión de los autores intelectuales de la masacre: el cambio o destrucción del orden político español. Y dada la fecha elegida, a tres días de unas elecciones generales, mediante el cambio de gobierno, sustentado por un partido, del cual se adivinaba, al menos en aquellas fechas, que era el único que tenía la voluntad expresa de garantizar la pervivencia de aquel.
Es decir, el objetivo próximo era el cambio de gobierno y el objetivo último, o fin general que se comparte por todos los grupos terroristas, la subversión del orden político, en este caso, el español.
Es meridianamente claro que fue alcanzado el objetivo próximo del atentado, que no fue otro que el desalojo del gobierno del único partido de ámbito nacional, que demostraba una voluntad decidida a mantener el orden político vigente en aquellas fechas.
Y también es obvio, atendiendo a la lógica terrorista, que el gobierno surgido de esas elecciones, mediante el atentado, se constituye, lo quieran o no, en depositario de las esperanzas de subversión del orden político, fin último pretendido por el atentado. Y también es obvio, que los verdaderos autores intelectuales de la masacre, respecto de los cuales no consta que hayan renunciado a su objetivo último, en estos momentos deberán estar vigilantes respecto de si la encarnación de sus esperanzas está o no está haciendo bien “su trabajo”.
Y es a la luz de esa conclusión, que se me antoja irrefutable, desde la que hemos de juzgar lo que este gobierno ha hecho o deshecho hasta la fecha, o hará o deshará en el futuro, en lo que concierne a la investigación del atentado del 11 de marzo de 2004 y en especial, en lo que respecta a la búsqueda, detención y puesta a disposición de la justicia de los autores intelectuales de la masacre.
Llegados a este punto, no me queda sino exponer la última de las consideraciones.
Si el gobierno pretendiera despejar cualquier duda respecto de una posible connivencia con los terroristas, en lo que respecta al objetivo último pretendido por aquellos, se dedicará en cuerpo y alma a la búsqueda, detención y puesta a disposición de la justicia de los que sean autores intelectuales de la masacre. En caso contrario, estamos autorizados a pensar que comparte con ellos el fin último de su actividad terrorista: la subversión del orden político español, encarnado en la constitución de 1978.
Es por ello, que no necesito traer aquí otros indicios evidentes de que este gobierno pretende llevar a cabo un cambio de régimen político, un cambio de orden constitucional, sin utilizar los mecanismos que la constitución vigente tiene establecidos. Me basta para ello atender al comportamiento del gobierno respecto de la sentencia dictada por la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo, en lo que concierne a la autoría intelectual de los atentados del 11 de marzo de 2004.
De momento, si atendemos a la reacción del gobierno, no parece que esté por la labor de seguir investigando, por lo que, atendiendo a lo dicho, me considero plenamente autorizado para afirmar que tenemos un gobierno subversivo.
Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 18 de julio de 2008
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