Monumento pro vida de Daniel Edwards. |
Una de las principales causas para que los izquierdistas sean tan incondicionales a la hora de secundar el aborto libre, con o sin ley de plazos —es preciso recordar que una propuesta del PSOE fue rechazada en el Congreso a causa de la ausencia de varios de sus diputados—, con o sin normativa de supuestos despenalizados —incumplidos hasta la saciedad en nuestros días—, radica en el hecho de que así, desestabilizando una de las cuestiones morales que más respeta la sociedad no izquierdista, como es el derecho a la vida, sabe que perturba a esa parte de la nación que se le opone en las urnas y de paso a algunas de las instituciones que en ella se ven reflejadas: la Iglesia católica, las asociaciones de la Familia, la Federación Española de Asociaciones Pro Vida, entre otros colectivos de una gran dimensión social en los que se sustenta un amplio rechazo a ese socialismo zapaterino que ha venido graduándose durante cuatro años en el más completo master del “todo vale”.
Dicho en palabras acaso demasiado acusadoras, lo reconozco, el aborto representa hoy lo que en su tiempo fue la desestabilizadora quema de iglesias, bibliotecas y conventos o la expulsión de órdenes religiosas y el cierre de alguna universidad confesional como la de Comillas. Solo que aquí no se habla ya de bienes inmuebles y obras de arte, sino directamente de vidas humanas. El aborto supone arrebatarle a la derecha pro vida, dispuesta siempre a ayudar en estos casos, a miles de madres, niños y otros familiares afectados. Y esos miles de seres humanos, cuando a las mujeres gestantes se les da desde la izquierda toda clase de facilidades para abortar, perderán así la influencia moral de la parte de la sociedad que no haya podido acogerlos, atenderlos, aconsejado y dada solución a unos bebés a veces no deseados, aunque sí queridos bastante a menudo.
Ahora bien, ante el dato oficial de 101.000 abortos en el año 2006 en España, revelado por el propio Ministerio de Sanidad, la pregunta debe surgir de inmediato: Aparte de lo expresado en los dos párrafos anteriores, ¿a quien beneficia algo así? Desde luego no a los niños asesinados cruelmente, muchos de ellos después de más de 28 semanas de gestación. Tampoco beneficia a sus madres, que en un alto porcentaje acaban engrosando las cifras de los trastornos mentales, el abuso de alcohol y drogas, la anorexia o bulimia, el cáncer de mama o de útero y, peor aún, las cifras de suicidio.
Tampoco beneficia a sus padres, que ven cómo, en un 70% de los casos, se destruye su relación de pareja; ni beneficia al conjunto de la sociedad, que sufre las consecuencias de estos graves problemas y debe correr con los gastos de su tratamiento. ¿A quién beneficia, pues, el aumento constante de las cifras de aborto en España? Sin duda a las empresas de aborto, uno de los negocios más lucrativos del mundo, que actúan con impunidad en España. Pero en última instancia, entre los beneficiarios deben estar también los políticos que las amparan, a sabiendas de sus abundantes prácticas ilegales.
Y la gran pregunta que debe hacerse la sociedad es ¿por qué? ¿Qué ganan los políticos con su proteccionismo abortista? ¿Hay más casos como el de Marisa Castro, diputada de IU y a la vez propietaria de una clínica de abortos? ¿Acaso el dinero negro que genera el aborto sirve para financiar otras cosas o para llenar otros bolsillos? O tal vez convenga tener un voto juvenil cautivo a cambio de sexo irresponsable como el que se promueve en la EpC, cuando en sus manuales recomienda probarlo “todo” varias veces antes de decantarse por una opción sexual o una situación estable. Hay muchas preguntas que esperan respuesta… las preguntas mudas de más de cien mil niños que, de poder, les gustaría saber de qué ha servido su muerte.
Por otra parte, en una sociedad como la española, que contempla con enorme dificultad el pago de pensiones para dentro de 25 años, los abortos suponen un enorme coste social. Y de nada vale abrir las fronteras a los que quieran venir, ofreciendo papeles para todos mediante la Ley Caldera, si con ello lo único que hacemos es eliminar a una parte potencial de población para luego ser sustituida por otra foránea que acabará delinquiendo o siendo alojada en guetos nuevamente desestabilizadores. Doble inmoralidad de la izquierda. Sobre ese enorme coste social del aborto, no me resisto a copiar aquí un extracto estadístico elaborado por el doctor Brian Clones, de Human Life Internacional, respecto al mismo problema del aborto en los Estados Unidos:
Desde el año 1973 se han producido 49 millones de abortos en los EE.UU., lo que representa más o menos un tercio de los embarazos en ese país. “Los siguientes datos están basados en las estimaciones reales del gobierno sobre las profesiones representadas en América. Así que ¿a quiénes hemos perdido por el aborto?”. Veamos una proyección de pérdidas:
* 2 Presidentes de los EEUU
* 7 Jueces de Tribunal Supremo
* 102 Senadores y 589 Congresistas
* 8.123 Jueces Federales, de Distrito y Locales
* 31 Premios Nobel
* 328 medallistas olímpicos, incluyendo 123 medallas de oro
* 6.092 atletas profesionales
* 134.841 médicos y cirujanos
* 392.500 enfermeras
* 70.669 curas, pastores, rabinos e imanes, incluyendo
* 6.852 curas y 11.010 monjas (¿crisis de vocaciones?)
* 1.102.443 profesores (K-12)
* 553.821 camioneros
* 224.518 del servicio doméstico
* 336.939 conserjes
* 134.028 granjeros y rancheros
* 109.984 oficiales de policía
* 39.477 bomberos
* 17.221 peluqueros, y
* 24.450.000 mujeres (el género de casi la mitad de todos los niños abortados).
Concluye el informe: "Estas cifras, por supuesto, son sólo la punta del iceberg. Tengan en cuenta que obtenemos las cifras de abortos de la propia industria del aborto, que tiene un claro interés en rebajar las estadísticas. De la misma forma, estas categorías son sólo algunas de las profesiones en las que trabajan los americanos y no son en modo alguno una representación de la fuerza de trabajo americana. Sí representan en cambio el inmenso coste que el aborto se cobra de una sociedad. Los abortistas presentan el aborto como una elección exclusivamente privada, pero treinta y cinco años de aborto evidencian lo perjudicial de esa mentira. Hay un coste social derivado del aborto que no puede ser fácilmente corregido".
El presente artículo se ha elaborado a partir de la “Carta abierta de Unidos por la Vida”.
Autor: Policronio
Publicado el 4 de enero de 2008
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios moderados.