Aunque parezca lo contrario, la contemplación de los distintos pasos procesionales da para algo más que para la alabanza de los mantos de las Esperanzas y Dolorosas, sí, también para apretujones traicioneros, no vayan a creer, pero no es de eso de lo quiero hablarles, sino de cómo ve la Semana Santa cualquier socialista “comecuras” que se precie.
Primera perla.
Domingo de Ramos por la tarde noche. Estaba en la Plaza Mayor con mi señora esposa viendo el desfile procesional del Cautivo. Una pareja a nuestro lado. No puedo asegurar si estaban casados, aunque, por el tono que se gastaba ella, es lo más probable.
El caso es que el varón, en un arrebato de devoción le dice a su pareja "Si se me da bien el negocio que tengo entre manos, voy a donar seiscientos mil euros para adornar el paso del Cautivo." Respuesta airada de élla: "Todos los de derechas sois iguales, más vale que se lo des a los pobres". "Sí, se lo voy a dar a los pobres, a los pobres orfebres que tienen que pagar unas cuantas nóminas cada mes, con el fin de que sus empleados no se empobrezcan. ¿No te das cuenta de que eso que tú dices es pan para hoy y hambre para mañana?". Y ya crecido apostilló: "Imagínate que una vez ahorrado lo necesario me quedan 600.000 euros para… digamos gastarlos, y como no sólo de pan vive el hombre, te lo digo más que nada por tu gusto por el arte, ¿qué es mejor, que me compre un cuadro para admirarlo yo solito en el salón de casa o que encargue una obra de orfebrería para el disfrute general?". "Llevas toda la razón" dijo ella, sorprendentemente.
Segunda perla.
Martes Santo, de noche en la Plaza Mayor y con un frío de narices, propiciado seguramente por el calentamiento global del planeta que nos tiene arreciditos.
Estábamos mi señora esposa, mi hija pequeña y yo viendo lo que en Ciudad-Real conocemos como el encuentro. Se llama así porque justo en el centro de la plaza se encuentran de frente la Virgen de la Esperanza, que quita el sentío, y el Cristo de Medinaceli. Ni que decir tiene que los respectivos capataces, va por ti Juanjo, y costaleros echan el resto. Es quizá, junto con la salida de San Pedro en la procesión del Silencio y el paso de la Flagelación por el Pasaje de la Merced, uno de los momentos más emotivos de nuestra Semana Santa. Sin olvidarnos del desfile del paso de Pilatos.
No se me puede olvidar decirles que el paso de las procesiones por la Plaza Mayor está marcado por gradas para el público en general y unas plataformas para sillas, destinadas a las gentes de las hermandades. Esas instalaciones impiden la vista completa de los pasos a quién no tiene la fortuna de pillar sitio o no pertenece a las hermandades o cofradías, o aun perteneciendo llega tarde.
El caso es que los momentos previos al encuentro se viven en un respetuoso silencio por parte del respetable, que estalla en aplausos con aquél.
Respetuoso silencio que anoche me permitió escuchar las protestas, eso sí, muy quedas, de un pequeño grupo de gente que estaba a nuestro lado, que se quejaban de que los señoritos de las sillas no les dejaban ver el paso completo. Muy cierto, pero se veía lo fundamental y se escuchaba la música y si no que se hubieran acercado a las diez de la noche, como mi hija mayor, que la pobre estuvo tres horas sentada en la grada del público general. Con un par.
Como no es cuestión de ponerse a discutir en esa situación, me quedé con las ganas de decirles, que esos "señoritos de las sillas", casi todas mujeres cofrades de cierta edad, llevaban unos cuantos meses malcomiendo y maldurmiendo para que los pasos lucieran como es debido, mientras Vds. le daban al “pirriaque” despotricando contra los curas.
En fin, socialistas.
Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 19 de marzo de 2008
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios moderados.