Sobre el abstencionismo, he querido contestar al interesante artículo de Luis I. Gómez, “El sistema sangra”, sin que me haya entrado la anotación. Luego, al reintentarlo, WordPress me ofrece pantalla de comentario duplicado y ahí acaba todo, pero lo cierto es que mi nota no ha entrado, quizá por ser demasiado extensa. También podría haberle contestado a Manolo en su blog, si bien, aunque he leído detenidamente su artículo, en el que con otros matices igualmente defiende el abstencionismo, mi respuesta está elaborada a partir del debate establecido en “Desde el Exilio”. De modo que copio a continuación lo que quería decirles a ambos:
Vamos a ver, amigos. Creo que cada uno tiene sus principios y todos merecen una consideración. Yo no apelo a principios, sino al sentido práctico de la vida que también tiene cada uno. Supongamos que ahora sonara la flauta y ganara el PP, eso significaría que desde el punto de vista que algunos compartimos, habría ganado el menos malo, lo que de paso podría llevar a la "reserva" al líder del partido horroroso y que esa formación se renovase: Ya tenemos un trabajo hecho.
En las siguientes elecciones, pues más de lo mismo, es decir, mandamos a la cuneta al peor, sea el que sea, y nos quedamos con el menos malo. Y así sucesivamente. Una cosa parecida es que lo vienen haciendo desde hace bastantes generaciones en los países de mayor tradición democrática, por ejmplo Suiza; es decir, que allí se está produciendo lo que pudiéramos denominar un proceso de "selección natural".
Vuestra postura (he leído el artículo de Happy en su blog pero sigo aquí la línea porque he anotado primero), me refiero a la de los abstencionistas, creo que es apostar por la peor opción de todas, por cuanto representa que un voto bien ponderado como el vuestro se pierde tontamente en vez de ir destinado incluso a una formación pequeñita. Y eso es así, porque no todos los partidos permanecen estancados, los hay que suben y los hay que no, pero esa oscilación no se advierte con nitidez de unas elecciones para otras.
Imaginaros un partido liberal puro (es un decir) que de repente recibiera 300.000 votos. "Ep, alto, estos liberales han subido un huevo, debe ser que gustan. Vamos a ver qué podemos incorporar de su programa". ¿Habéis buscado si existe ese partido? O bien no os habéis molestado al contar con nulas posibilidades de gobierno e ir de cara a los grandes. ¡Hombre!
Me da la impresión, para acabar la parrafada, que vuestra ansiedad en que las cosas cambien con velocidad a vuestro gusto tiene mucho que ver con esa frase del mayo francés: "Queremos lo imposible y lo queremos enseguida". Y la política es una actividad de cámara lenta que solamente cambia a dos posibles velocidades: mediante la huelga revolucionaria, siempre sangrienta y propia de los rojos que no tienen espera, o a la velocidad de la mancha de aceite, o sea, advirtiendo los cambios más significativos solamente de generación en generación. De donde se deduce que la no participación aún ralentiza más la política que la propia mancha de aceite.
Disculpad el rollo. Ahora debo ausentarme el resto del día, ya nos leeremos a la noche o mañana. Un saludo cordial.
Autor: Policronio
Publicado el 9 de marzo de 2008
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