En la mayor parte de los casos lo que prevalece es la estupidez. |
Si hacemos un somero repaso de los logros de la humanidad, desde que al homínido más espabilao de la tribu se le ocurrió que trabajar de más es de simios, que en blandito se duerme mejor y que pisando el freno nos ahorraríamos unos cuantos disgustos, o sea, desde que se inventó la rueda, la cama y el condón, respectivamente, hasta nuestros días, no tenemos más remedio que pensar que a los nuevos gurús les daría por buscar una explicación sin sangre de por medio y sin darle dos guantazos al tonto del pueblo que, en este mundo globalizado, es como dárselos al sufrido contribuyente, al respecto de porqué hoy, seis de julio de dos mil ocho, seis de la tarde, y lugar, la chicharrera manchega, he salido tiritando de la piscina, acordándome de más de un enemigo declarado del CO2, los todoterreno y el aire acondicionado.
El caso es que ante la circunstancia contrastada -que se lo pregunten a los agricultores de todos los siglos- de que el clima está cambiando continuamente, nuestra comunidad global gobernante, formada en su gran mayoría por socialistas mandones de todos los partidos, que grande y clarividente Hayeck, podría haber reaccionado de varias formas posibles: 1ª A la manera antigua y proponer la realización periódica de sacrificios humanos, con ánimo de calmar a los nuevos dioses. 2ª Fomentar el estudio serio, continuado y solvente de las innumerables variables que influyen en el clima y 3ª Echándole la culpa a algo o a alguien, condenándole a pagar el pato.
No hace falta estrujarse mucho la cabeza para saber por dónde han tirado.
Pues sí, queridos lectores, a la comunidad gobernante globalizada, que digo yo que comparte genoma e inquietudes con gente como Aristóteles, Aristarcos de Samos, Arquímedes, Pitágoras, Copérnico, Galileo, Newton, Edison, Marconi, Einstein y un larguísimo etcétera, no se le ha ocurrido otro planteamiento de la cuestión, con varios ilustres iluminados a la cabeza de la manifestación, que buscar un tonto y fostiarlo, como a la Santa Inquisición le dio por buscar y quemar brujas.
Y no me pregunten el porqué de esto que escribo. Simplemente, que el pasado treinta de junio terminó el plazo de presentación de la declaración del IRPF, el próximo día veinte el de las declaraciones trimestrales de IVA e IRPF, y me fastidia en grado sumo que cuatro sinvergüenzas se dediquen con mi dinero a meterme el miedo en el cuerpo, intentando explicarme, sin habérselo pedido, porqué se me ha jodido lo que debería haber sido una buena tarde de baño, con merienda campestre incluida.
Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 6 de julio de 2008
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