viernes, 24 de agosto de 2018

Zapatero, el primer tirano español del siglo XXI

José Luis Rodríguez Zapatero.

No sé si José Luis Rodríguez, el chico de León, de buena familia, es consciente de la frasecita que ha soltado Zapatero, el último de los aspirantes a suceder a Stalin: “El cambio es la transformación de la sociedad para que los valores humanos prevalezcan sobre el dinero o el poder. Ese es el cambio del que hablamos”. No lo sé ni me importa.


Lo cierto es que, prevalezcan el poder y el dinero sobre esos valores humanos a qué se refiere Zapatero o lo contrario, me importa un pimiento. Lo que sí me importa es que desde el poder político, desde el poder estatal, ya sea mediante Zapatero  o de quién sea, se trate de imponernos unos valores, sean los qué sean. Porque esos valores serán propios, caprichosos, del grupo dominante, no surgirán en ningún caso de la dinámica y conciencia social. 

Zapatero, mal o bien que le pese, nos ha mostrado la peor cara del estado, la más dañina, la más odiosa, si es que puede tener otra, la que ignora que hay ciertos valores, principios o normas grabados a fuego en la conciencia de los hombres. Valores, principios o normas que se van conformando por la interacción de los individuos en la sociedad y no por una disposición estatal o por capricho.

Zapatero nos ha mostrado la cara del estado dominante, entrometido, totalizador, que no supone sino el dominio de unos hombres sobre las conciencias de los otros, reduciéndolos al papel de súbditos, de esclavos. 

Zapatero debe recordar que cuando un gobernante ha pretendido “transformar la sociedad”, lo que pretendía era conformarla a su capricho, a su antojo, con el resultado que debe conocer: hambre y muerte. Zapatero se ha convertido en un tirano y ha perdido toda legitimidad para dirigir el Gobierno de la Nación que, él debe saberlo, tiene sus competencias tasadas en la constitución y ésta no le autoriza a transformar las conciencias de los ciudadanos.

“En los últimos tiempos ha surgido entre nosotros una generación de hombres que quisieran inflar a los príncipes sugiriéndoles que poseen un derecho divino al poder absoluto, al margen de las leyes que los han constituido y por las que deben gobernar, y sean cuales sean las condiciones bajo las que adquirieron su autoridad y los compromisos de cumplirlas, ratificados por juramentos y promesas solemnes. Para abrir camino a esta doctrina han negado a la humanidad el derecho a la libertad natural, con lo cual, no sólo han expuesto a todos los súbditos, en lo que a ellos alcanza, a la más extrema miseria de la tiranía y la opresión, sino que también han desarraigado los títulos y conmovido los tronos de los príncipes, pues según este sistema todos nacen esclavos excepto uno, y por derecho divino se hallan subyugados al heredero directo de Adán, y parece que su afán fuera declarar la guerra a todo gobierno, así como subvertir los fundamentos verdaderos de la sociedad humana para satisfacer su actual capricho”. Del primer ensayo sobre el gobierno civil. John Locke.

Más nos vale que el individuo que nos ha tocado padecer lea más a Locke y menos a Suso de Toro. Por nuestro bien.

Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 7 de julio de 2008

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