Lluís Suñé. |
Cuenta la leyenda, que un oficiante de la calderería, o sea, del ramo de los que antiguamente soldaban menaje de latón, a real la pieza, y algunas veces por menos, cada vez que veía pasar un avión por encima de su cabeza decía: “Joer, lo que hacemos los mecánicos”, sin duda alguna, orgulloso de lo que los de “su” gremio eran capaces de hacer, a poco que se lo propusieran.
Otra más reciente cuenta, que encontrándose en el Parque Central de Nueva York un homeless vocacional con otro de los de por pura mala suerte, le espetó: “Tendrá narices, lo que nos está costando la guerra de Irak”, influido, también sin duda alguna, por las quejas que oía cada mañana a los agentes de cambio y bolsa que, desde hacía treinta años, lo despertaban en las proximidades de Wall Street.
Digo lo anterior, porque, no conociéndole oficio alguno al tal Lluís Suñé(1), que no sea el de sandío arrimado al pesebre de los ciento sesenta y tres millones de euros que nos cuesta al año la cantinela ecologista del cambio climático, más otros cuatrocientos en bombillas, me da que la ocurrencia del susodicho, no va a ser otra cosa que lo del mecánico y el homeless, que de tanto oír las quejas de los señoritos de Pedralbes, con que a todas horas deleita TV3 a la parroquia nacionalista, el tío se ha creído un Lara cualquiera.
Y si no es así, o sea, que el amiguete no es un “muerto de hambre”, pues que vaya enseñando esa declaración del impuesto sobre la renta de la que alardea y que parece que le permite contribuir con doce mil euros al año al sostenimiento de la campaña de apadrinamiento que propone a sus paisanos.
Vamos, que por mi parte se puede meter sus disculpas por donde amargan los pepinos.
Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 2 de agosto de 2008
(1) En este enlace puede ver algunos datos "profesionales" sobre Lluis Suñé.
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