Joan Laporta en Formentera. |
Ni este fulano pancatalanista, es decir, separatista-anexionista, podía llega a más a la hora de hacer el ridículo, como cuando directamente propuso una "República catalana del Barça", ni el FC Barcelona a menos en su prestigio como una entidad de gran trayectoria histórica. Laporta ha cambiado caprichosamente Air Berlin, a la que deberá abonarle el 50 % del importe del viaje, lo que es una pasta gansa si consideramos que no cuesta dos reales fletar un Jumbo para viajar de Pisa hasta Chicago, por Pullmantur Air, una compañía propiedad de Royal Caribbean Cruises, sociedad que compró todo el Grupo Pullmantur en 2003. Pero, claro, no es Laporta el que paga de su bolsillo, sino el Club. Y juraría que una decisión así, motivada además por el fanatismo y el deseo de contentar a los radicales lingüísticos, podría ser constitutiva de delito. Los abogados de la oposición dirán si el “caprichito” no se parece bastante a una malversación patrimonial del FC Barcelona.
Huelga decir que el personal de Pullmantur Air, con sus cuatro aviones (sí, sólo cuatro), en absoluto satisfará el deseo de Laporta de oír hablar en catalán a 10.000 metros de altura. A los miembros del equipo, a los que les importan tres higas que se les hable en catalán, al menos a la mayoría de ellos, y sobre todo a los directivos y acompañantes si acaso les hablarán inglés por un tubo y a lo sumo algo de castellano. Eso sí, Laporta contará con la simpatía de esos nazis que montaron el boicot a Air Berlin (122 aviones, más otros 100 en cartera, y segunda compañía en importancia de Alemania), objetivo último de este energúmeno que aún preside el Barça y que ha desgraciado buena parte del prestigio con que contaban los blaugranas en toda España.
¡Y pensar que he sido simpatizante del Barça durante toda mi vida! Me declaro objetor de conciencia, por hastío, hasta que el Barça, que para mí no es algo distinto a un club de fútbol, se deshaga de un presidente que aspira a profundizar el “fet diferencial” y el anexionismo incluso en lo futbolero con tal de medrar en la política, pero que, como suele sucederles a los nazis, paradójicamente se vale de la Liga española para sacar pecho entre los seguidores culés más fanatizados. ¡Puag!
Autor: Policronio
Publicado el 1 de agosto de 2008
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