domingo, 26 de agosto de 2018

El silencio pusilánime

Mientras el Morito no se priva de toda suerte de lujos y caprichos, el 20 % de la población marroquí se halla en paro y el 50 % se mantiene en situación de subempleo, a menudo en labores de jornaleros o temporeros en las tierras de la parentela del déspota. Eso sin contar que hay cuatro millones de marroquíes malviviendo en Europa y otros dos millones en las tiranías petroleras del Oriente cercano.

El atronador silencio de los altos cargos del Gobierno de Expaña es cuanto ha podido oírse en las últimas horas tras las declaraciones, nada menos que en Madrid, de Salaheddine Mezouar, ministro de Economía de Marruecos. Por supuesto que no hablo de un reino que según la propaganda marroquí se encuentra a 10 kilómetros de España, al otro lado del Estrecho gaditano, sino del cacicato alauita caracterizado por la ausencia de clases medias —muy rico si eres de la familia del sultán o muy pobre si no lo eres—  y que en realidad dista de nuestra patria solamente el grosor de las alambradas que separan Ceuta y Melilla de la tiranía magrebí. 


“El extraño silencio” es una de esas frases acuñadas que cualquier novelista poco versado no deja de insertar en su obra primeriza. Pues bien, diríase que el silencio no tiene nada de extraño en el caso que nos ocupa, sino de pusilánime. El silencio pusilánime, o espantadizo, de los componentes de un gobierno de incapaces —a cuyo frente se distingue a un atolondrado malicioso al que nada lo motiva sino la propaganda—, que prefieren hacer oídos sordos a la enésima provocación del Morito: “Ceuta y Melilla son marroquíes”, ha dicho en nuestro propio suelo uno de los bedeles del déspota africano. Como respuesta, lo ya comentado: Silencio pusilánime. 

Igual de pusilánime podría denominarse a la nula reacción de los ministros de Exteriores e Interior del Gobierno de Expaña —uno quizá por torpe y el otro acaso por demasiado listo— a la provocación paralela, con mar de fondo por lo reiterada, que supone el bloqueo de la frontera melillense. Es decir, el cierre de un paso fronterizo entre España y el sultanato del despótico Morito. Despótico pero no idiota, podría jurarse, ya que el bloqueo de la frontera, que obedece a una serie de provocaciones continuadas en los últimos meses, va a llevarse a término por una treintena de manifestantes “particulares”, en el interior de Marruecos y a unos cientos de metros de Melilla. Como si  no se supiera de sobras que al otro lado de la alambrada no vuela una mosca sin el consentimiento del amo del cortijo, que en los últimos años obra muy consciente de la impunidad de sus bravatas. Luego aquí cabe hablar de un selecto grupo de manifestantes de “elite”, entrenados a propósito y adoctrinados bajo el eslogan de: Recuerda, nada puede pasarte, al pusilánime ZP le tenemos tomada la medida. 

Del mismo modo que le tomaron la medida —el tamaño y el número de las banderas podría considerarse una unidad de medida— en la reciente visita de ZP al déspota, cuando fue recibido en Marruecos bajo un mar de banderas marroquíes, que junto a una enseña del Reino de Expaña, casi un banderín del tamaño de un mocador, vino a simbolizar el mucho desprecio que allí se siente por el “Bobo Solemne”. Un bobo que no deja de obsequiarle al Morito, además de sonrisas y cartas de súplica, como la que le envió para que regresara el embajador huido tras la visita de los monarcas a Ceuta y Melilla, todo tipo de armamento a euro la pieza o gratis total. Pongamos carros de combate, lanzadores de bombas de aviación o torpedos

Que se sepa, Marruecos es un país que desde siempre nos ha venido costando mucho dinero —y numerosas vidas— a los españoles. La relación histórica con esa zona africana, hablo de bastantes siglos atrás, jamás nos ha reportado beneficio económico alguno y escasamente cultural. Cuando estuvimos a tiro de los tres imperios islámicos medievales: Almorávides, almohades y benimerines, no dudaron en entrar a saco en nuestra península y arramblar con todo, ocasionando verdaderas matanzas entre los cristianos del norte y sojuzgando a las taifas de un islam andalusí más moderado.

Más tarde, el norte de África se cerró al paso de los europeos, cayendo bajo el dominio o la influencia del Imperio otomano, que propició el establecimiento de numerosos focos de piratas que asolaron nuestras costas. Con la caída de los otomanos se inició el colonialismo europeo y a España le tocó un cachito: El Rif y aledaños. Inglaterra no quiso permitir que Francia dominase la zona costera, de ahí el regalo envenenado a la entonces casi indigente España. Nuevas guerras y nuevas pérdidas de vidas fue cuanto dio de sí el llamado Protectorado, hasta la independencia de Marruecos.

Desde entonces, una dinastía corrupta que ha venido sojuzgando a la población marroquí, con el beneplácito de la Francia inmoral que aún cree a Marruecos su albañal para los negocios sucios, y unos USA tan solo interesados en la geoestrategia de su propia seguridad, no deja de darnos a los españoles todo tipo de disgustos y desplantes, aun cuando los capitales de nuestras multinacionales, tan corruptos como los franceses, no dejan de afluir hacia esa zona. Capitales que en absoluto sirven para que la población marroquí deje de soñar con cruzar al otro lado, sino para engordar la fortuna del Morito o de su corrompida parentela. Circunstancia que hace pensar en que, además de una actitud pusilánime, la del Gobierno de Expaña quizá pueda ser de lo más interesada, presta al chanchullo y obediente de esos grupos económicos posicionados en la satrapía alauita, uno de cuyos embajadores plenipotenciarios es Mister X. 

Autor; Policronio
Publicado el 29 de julio de 2008

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