A este sujeto se le conoce también como el "Gorila Rojo" |
Qué tiene un déspota comunista y financiador del terror —incluido el etarra—, como es el venezolano Hugo Chávez, para que las más altas autoridades de la Nación española le reciban hoy supuestamente con sonrisas. En el caso de Zapatero, doy por ciertas esas sonrisas, le salen del alma ante cualquier dictador izquierdista o antioccidental; en el caso del Borbón, las doy como muy probables, sino a la llegada, que supondría guardar un mínimo la apariencia, sí en la foto de despedida, convencido ya el monarca por la facundia resbaladiza de su invitado. Pues bien, cuando tales encuentros se hayan producido, la dignidad de nuestra patria habrá descendido un nuevo peldaño gracias a sus hoy insensatos representantes. Por el contrario, el prestigio de un sinvergüenza antidemócrata, como es el golpista Chávez, habrá aumentado a nuestra costa en toda Hispanoamérica, donde una foto con el rey de España, ¡ahí es nada!, aún se valora mucho.
Y es que ante una conducta tan delictiva como la del gorila rojo contra los ciudadanos de Venezuela, a los que nos unen vínculos de sangre que se remontan a siglos, más el maltrato de los españoles que allí residen, de los cuales han sido expulsados ya más de 40.000, junto al largo centenar de etarras que son mantenidos, alimentados y entrenados a cargo del erario venezolano —un erario manejado a su entero capricho por quien apenas aumenta el PIB del país caribeño aun cuando es la segunda potencia mundial en exportación y reservas petrolíferas—, hacen que el encuentro entre dos mandatarios de un país teóricamente democrático, como son Juan Carlos I y José Luis Rodríguez, con el mayor déspota de toda Sudamérica, después del casi fiambre Castro, dé la peor impresión que sospecharse pueda.
En el caso de Zapatero podría llegar a entenderlo, ni es un político demócrata, sino que se ha valido de la democracia para llegar al poder —todo apunta a que piensa conservarlo a cualquier precio—, ni le importa en absoluto pagarle con fotos de Estado a quien ha venido favoreciéndole en diversas circunstancias nada claras, como por ejemplo esos miles de votos de gallegos residentes en Venezuela que jamás llegaron para el recuento de las autonómicas y que, así sucedió en otras ocasiones, hubiesen favorecido al PP en Galicia y podían haberle llevado a una nueva mayoría absoluta.
Pero… ¿y el Borbón? ¿Qué gana el Borbón recibiendo a quien lo ha puesto a parir durante nueve meses, tras el famoso “por qué no te callas”? Setenta años tiene ya nuestro Rey —lo será mientras así lo diga la normativa legal—, la vida más que resuelta para él y su familia gracias al capitalito que le atribuyen y ahora, en sus últimos años, solamente le queda mantener la dignidad de la alta institución que representa: la Corona de España. Y, francamente, no creo en absoluto que la visita de un tirano como Chávez le ayude en absoluto a mantenerla. Es más, ni siquiera es una visita de Estado aunque de tal condición se disfrace, sino un acto propagandista que Chavez piensa usar a su favor para darle una nueva vuelta de tuerca a su régimen y recobrar la iniciativa perdida después de sus tropiezos ante Colombia y como consecuencia de los recientes fracasos de las FARC, guerrilla terrorista donde el gorila se halla pringado hasta las cejas.
Como tampoco le ayudó demasiado al monarca español, en cuestiones de decoro institucional, haberle servido de monaguillo al tirano saudita cuando —¡es inconcebible tanta desfachatez!— apareció por Madrid para inaugurar una hipócrita conferencia sobre el diálogo interreligioso, siendo precisamente Abdalá, en su condición de custodio de La Meca y sostenedor del radicalismo wahabita, el más intransigente de todos ellos. Claro que nada puede extrañar a estas alturas después de escucharle decir al Borbón que Zapatero es un dechado de virtudes. ¿Será la edad? ¿Acaso el recelo a perder los privilegios reales si se enfrenta abiertamente ante quien ha demostrado con frecuencia que carece de escrúpulos? ¡Quien sabe! En cualquier caso, ya lo dijo Cicerón: “No hay fase en la vida, pública o privada, libre de deberes”. Y el deber de nuestros dignatarios les obligaría a consagrarlo, ante todo, hacia los españoles, sus libertades y su dignidad, tan vapuleadas hoy en día como para que encima lleguen tiranos sauditas o caribeños y nos levanten la patita en nuestra propia casa.
Actualización a las 14:00 horas: El Borbón y el gorila no solamente se han sonreído a la llegada de éste a Marivent, sino que se han abrazado. ¡Es peor de lo esperado! Eso, o que la bondad de nuestro rey le hace canonizable.
Autor: Policronio
Publicado el 25 de julio de 2008
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