De qué sirven tantas docenas de empleados si a la hora de dar una noticia importante la llevan en un pequeño recuadro a la página 34. |
Confirmado. El Director o el Redactor Jefe, en su caso, del antiguo diario favorito y de cabecera del “masca”* de La Moncloa, en su versión roja, deben creer que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, con sede en Estrasburgo, es algo así como cualquier juzgado de primera instancia, digamos de Ciudad-Real, cuyas resoluciones merecen en la prensa local, cuando lo merecen, el mismo hueco que la reseña de las farmacias de guardia de la semana o el horario de autobuses Plaza del Pilar-Estación AVE, que sólo lo leen los viejitos.
Si no es así, no se explica que la noticia de la sentencia dictada por ese Tribunal en el caso Liaño versus Reino de España, mediante la cual nuestra Nación resulta condenada por permitir la celebración de un Juicio en sede del Tribunal Supremo sin las debidas garantías de imparcialidad -con el aplauso del Tribunal Constitucional, ¿Qué tendrá Valdemorillo, que todos se van a hilillo?- merezca una simple reseñita en la página 34 de su edición impresa, esa que te obliga a doblar el cuello dolorido, si quieres enterarte de algo.
Y ni siquiera al lado del crucigrama, lo más leído del pestiño global, guía espiritual de los ricos sin corbata, con ínfulas izquierdistas y chacha dominicana sin papeles. Lo de Público queda para los descamisados intelectuales LOGSE, que siempre ha habido clases.
Hombre, tampoco es que a estas alturas de la película les vayamos a exigir a los empleados de Cebrián que se alboroten en su alegría porque el querido de Márquez de Prado haya salido con bien del envite iniciado hace diez años, con la adopción de medidas cautelares, bien suavecitas, por cierto, que bien le escocieron a su destinatario: Don Jesús del Gran Poder, el Gran Capo. El tío que presumía de tener los cojones más gordos que el caballo de Espartero y más abogados en nómina que periodistas. Pues mira que bien, la querida del querido les ha metido las cabras en el corral y no es cuestión de celebrarlo.
El caso es que a los lectores del pestiño global le vamos a tener que contar el final de la película, porque desde que el panfleto dio la reseña a sesenta y dos columnas del rechazo del recurso de amparo interpuesto por Su Señoría Gómez de Liaño, perpetrado por el TC, pues que me da que no han vuelto a tener noticia del asunto. Y no es cuestión de dejar a la piji-progresía patria sin una buena dosis de derecho a la información. Igual que se enteraron de que había terroristas suicidas en los trenes de Atocha, pues de esto también habrán de enterarse, que digo yo.
*Nota del autor: “Masca” es la versión abreviada del “Más Capullo”. Se viene utilizando en las filas del Partido Socialista Obrero Español, desde prácticamente su fundación, para designar al Jefe de la Cosa. Se cuenta que como Pablo Iglesias, en su afán igualitario, no quería parecer más que los demás de su cuerda, se auto tituló, con trampa, el Más Capullo. Y así, a ver quien se atrevía a decir: “Oye, que el más capullo soy yo” o en su defecto, “Oye, que aquí somos todos igual de capullos”. Y de paso anticipaba el futuro emblema del partido, cuyo santo y seña en su actuación política es dejar España como un solar, a la menor oportunidad que tengan.
Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 23 de julio de 2008
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