jueves, 2 de agosto de 2018

El cartero siempre llama dos veces

Comunión progre.
Estudié con los jesuitas desde el año 1966 hasta 1976. Con beca, por supuesto. Y por supuesto no era ajeno a la ideología o creencias del Colegio. Los jesuitas, agradecidos a Franco y a su triunfo sobre las huestes comunistas del Frente Popular, no dejaban de recordarnos las glorias del Movimiento Nacional y lo mucho y bueno que el Caudillo había hecho por la Iglesia en general y por la Compañía de Jesús en particular.

Y por supuesto, ajenas a esos recordatorios lo eran las matemáticas, la geografía y la lengua y literatura. Y campo abonado a ello lo era la asignatura de Formación del Espíritu Nacional, ahora Educación para la Ciudadanía, impartida por un primo hermano de un actual preboste del PSOE provincial, tan franquista o más que aquél. A ver si las huestes del frentepopulismo jiennense dispersan sus objetivos. Todo sea por la equidad en el trato a los franquistas.

El caso es que llegado el año 1974 nos toca de profesor de religión el Padre Luis de Benito, S. J., misionero en Perú. Las circunstancias y motivos de su llegada a nuestro Colegio siempre los ignoré, aunque muchos años después llegué a imaginarlos. Y con él llegó la revolución. Con todas sus letras, Teología de la Liberación en estado puro. Los curas obreros, que empezaban a despuntar por aquel entonces en nuestros barrios, eran ursulinas comparados con Don Luis.

Sus homilías dominicales eran incendiarias. Y piénsese el entorno: Iglesia de los Jesuitas en Ciudad-Real, sita en la Plaza del Pilar, y por ello en franca competencia en visones y cocodrilo, en sus diversas utilidades, con la Iglesia de San Pedro, vamos, fieles puro Régimen. Y casi todos ellos, padres y madres de los socialistas que ahora nos malgobiernan, que todo hay que decirlo.

El caso es que, como en lo del asunto de los curas obreros, la comidilla entre los mandos del Movimiento, Gobierno Civil, etc., así como entre los compañeros Padres del Colegio, era la misma: “La Iglesia no debe meterse en política” y “Los curas a la Sacristía”.

De modo, que lo manifestado o eructado por Pepiño Blanco, a propósito de la concentración en apoyo de la familia, celebrada el domingo pasado en Madrid, no me ha pillado de sorpresa. El totalitarismo, como el cartero, siempre llama dos veces.

Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 3 de enero e 2008

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