viernes, 20 de julio de 2018

Rubalcaba, repite conmigo: “No hay pruebas ni las habrá”

Con el tiempo se supo lo que fue el GAL, quienes lo integraron y, sobre todo, quienes fueron los autores intelectuales del crimen de Estado. 

Quiero que Rubalcaba, portavoz del gobierno del GAL, repita conmigo las palabras de su entonces jefe, Mister X: “No hay pruebas ni las habrá”. Y es que fueron unas pruebas tan poco inexistentes que, ¡mira por dónde!, llevó a prisión a toda la cúpula de Interior de la época, comenzando por un ministro que no implicó a su superior para (supongo) salir cuanto antes de la cárcel y sobre todo para no ser “suicidado” en su propia celda. Entre chorizos, verdugos y secuestradores, seis millones. Así serían las cuentas del Gran Capitán si viviese hoy en día el personaje y tuviera que referirlas a los patrocinadores del GAL, esos chicos tan animosos como corruptos que en los consejos de ministros, entre decretos-ley expropiatorios y subvenciones a los de su cuerda, se dedicaban al “pinto, pinto, gorgorito” sobre un mapa de España para ubicar la fosa adecuada donde verter una tonelada de cal viva y, de paso, un par de cadáveres previamente torturados.


Pues bien, uno de esos antiguos "bienhechores", o dicho en el argot jurídico, cooperador necesario de aquellas innegables "filantropías" —recordemos al efecto que las decisiones del Consejo poseen la condición solidaria de todos sus miembros—, le pone ahora todo el morro que haga falta a un detalle nimio de la sentencia del 11-M y aprovechando que la ETA no es que haya quedado absuelta, sino que se dice que no hay pruebas de que interviniera —pocas pruebas puede haber cuando la Fiscalía e Interior boicotearon esa línea investigativa—, se planta ante las cámaras, se dirige con no poca chulería al jefe de la Oposición y eructa una frase destinada a ser exhibida en las pancartas de su partido cuando comience la nueva tanda de orgías callejeras: “Quiero que Rajoy repita conmigo: ETA no ha sido”.

Ahora que los incondicionales de la Progresía vuelven a usar el término mentira para referirse a la derecha, hablar de Rubalcaba como de alguien que no ha cesado de mentir y de algo más, es lo menos que puede decírsele a un ministro que se ha pasado años y años engañando a los españoles y usando la desfachatez más extremada para exhortar a sus incondicionales, como en el presente caso. Es curioso que le dé por sacar pecho, a cuenta de nada —ya que este tipo no hace más que refugiarse en un nuevo ejercicio tan demagógico como propagandístico—, quien debería estar dando gracias al cielo (laico, por supuesto) por no haber sido procesado en varias ocasiones. La más reciente cuando el soplido en el bar Faisán a los etarras para que se diesen a la fuga, soplido o chivatazo que procedía de su ministerio —un asunto que otro bienhechor tiene paralizado en un cajón de su juzgado—, y la inmediatamente anterior cuando, también como cooperador necesario, se dedicó a agitar con sus mensajes radiofónicos y de todo tipo la jornada de reflexión electoral. “Merecemos un Gobierno que no mienta”, ¿recuerdan? ¡Vergonzoso que alguien con semejantes antecedentes se atreva ni siquiera a dirigirse a Rajoy!

Autor: Policronio
Publicado el 1 de noviembre de 2007

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