sábado, 14 de julio de 2018

Ponga un troll en su vida

El clásico tonto el pueblo viene a ser el actual troll incordiante de las redes sociales, muy especialmente de algunos blogs en los que entra compulsivamente, a menudo cambiando de "Nick" en varias ocasiones para dar la sensación de que le sigue un amplio grupo, y todo ello destinado a depositar "cagaditas" o "vómitos" contra el autor del artículo o la línea ideológica del medio donde el "puto" troll interviene.

Los que sois de pueblo y tenéis cierta edad me entenderéis: Nada había como un pueblo con su tonto oficial, “El tontoelpueblo”, por más señas.

Unas veces, jodedor, otras, las más, más bebedor de la cuenta; sin pretenderlo, “pepito grillo”; casi siempre, auxilio del lavado de conciencia de la solterona de turno; vestidora y desnudadora de santos, cuando se terciaba. Lo cierto es que como se vivía bien siendo el tonto y nunca le faltaba de nada sin dar palo al agua, los más avispados aspiraron al cargo. Tan natural como el de pregonero, aguador y “El Sr. Alcalde dice”, “correveidile” desde los tiempos nocturnos de García. Pero para ser “Eltontoelpueblo” había que nacer. Tonto, por más señas. Ahora, basta con estudiar la ESO de Zapatero y el PER de Chaves.


También en capitalejas de provincia, como la mía, ahora con Aeropuerto, Universidad, Alcaldesa socialista del PP y Obispado, de siempre, no como Retuerta, fue cargo con más aspirantes de la cuenta, por lo bien remunerado que estaba. El número de beatas, meapilas sin cuento y señoronas de la caridad, a tanto la indulgencia por metro cuadrado, de las que disfrutaba mi capitaleja, nunca ha sido superado.

Y queráis que no, esa figura se echa de menos.

Esa dulzura chulesca. Esa nadería cósmica. Ese río sin afluentes. Esa Luna sin Amstrong. Ese tartamudeo precursor del primer Montilla. Esa nocilla sin avellanas, por co....narices, se tiene que echar de menos. 

Es por ello, que en aras de la conservación de lo que debe conservarse, me permito dirigirme a las siempre atentas innúmeras autoridades aldeanas, parroquiales, anexiales, barriales, municipales, comarcales, provinciales, regionales, zonales de especial interés, nacionales, supranacionales sin categoría europea y europeas, propiamente dichas, tales son las administraciones que hay que mantener trabajando doce horas diarias, o más, para requerirles que, a la mayor brevedad posible, y para disfrute de los que tanto lo merecemos, provean el cargo de “Tonto nacional de la península ibérica, menos Portugal”.

Y como diría un cargo tontisocialista cualquiera, abrumado por el fuego amigo —lo que no haga Rajoy lo hará Mesi— esto no es un ataque a la Corona. 

Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 4 de octubre de 2007

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios moderados.