Julián Casanova. |
Uno de los historiadores contemporáneos que miente con más facilidad responde al nombre de Julián Casanova. Sus últimos vómitos aparecen publicados hoy en el diario laicista El País, desde donde vierte una sarta de mentiras e inexactitudes dignas del récord mundial Guiness de mentirosos compulsivos. Vamos a ello...
Tras la sublevación militar de 1936 hubo una auténtica matanza de eclesiásticos. Esto es muy bueno. Como si no hubiera habido persecución religiosa antes del 36.
La conmoción por ese anticlericalismo tapó el exterminio en nombre de la religión católica, algo que la Iglesia nunca ha condenado. Churras con merinas. S/C.
A la República se la señaló, y todavía se la señala, como la principal causante e instigadora de esa violencia (antirreligiosa). Es como si uno dice: a Zapatero se le señaló como el principal causante de los pactos con Esquerra. Hombre, no creemos que detrás de esto esté la mano de Arias Navarro.
En el verano de 1936, se pasó de la agresividad verbal y de las actitudes ofensivas, muy presentes en el anticlericalismo español, al asesinato. Las Quemas de Conventos de mayo del 31, la legislación anticristiana, la expulsión de los jesuitas, el asesinato de sacerdotes, la tortura de religiosos en Cuenca en mayo del 36... Todo eso... ¿no cuenta?
Sin la sublevación militar de julio de 1936, que atacó la legitimidad republicana y privó al Estado del control de los mecanismos de "orden", esa explosión de violencia nunca hubiera podido producirse. ¿Seguro?
Muchos eclesiásticos, y entre ellos algunos obispos, pudieron salvar sus vidas, sobre todo en Cataluña, por la intervención de algunas autoridades republicanas. No tantos, no tantos...
Lo que se hizo con el clero en el verano de 1936 era, por fin, y de eso no había duda, lo que muchos decían que iban a hacer desde comienzos de siglo, cuando intelectuales de izquierda, políticos republicanos y militantes obreros, anarquistas y socialistas situaron a la Iglesia y a sus representantes como máximos enemigos de la libertad, del pueblo y del progreso. Por fin... ¿verdad?
La persecución anticlerical convirtió a la Iglesia en víctima, la contagió de ese desprecio a los derechos humanos y del culto a la violencia que desencadenó el golpe de Estado. De asco. S/C.
Después de la guerra, las iglesias y las tierras españolas se llenaron de memoria de los vencedores, de placas conmemorativas de los "caídos por Dios y la Patria", mientras se pasaba un tupido velo por la represión que en nombre de Dios habían emprendido y seguían llevando a cabo gentes piadosas y de bien. Vomitivo. Como si los vencedores no pudieran honrar a sus muertos. Hace falta ser un degenerado mental.
No hay en la actualidad ningún historiador riguroso que silencie esa violencia anticlerical y pueda eludir su análisis e interpretación. Ya, pero no vale sólo con "no silenciar". Habrá que darle la importancia que merece, ¿no?
La jerarquía de la Iglesia católica, sin embargo, nunca ha condenado la sublevación militar que la desató ni tampoco siente la necesidad de pedir perdón por bendecir y apoyar la violencia franquista durante la guerra y en la larga dictadura que la siguió. Si quieres, que se agache la Iglesia para que vosotros le deis por detrás.
Prefiere reconocer únicamente a los "mártires de la fe" y rendirles culto. Otra mentira. La Iglesia siempre tuvo en cuenta a todos los muertos de la guerra. Pero vamos, de ahí a beatificar a Andresito Nin...
Mientras dure ese desequilibrio de recuerdos y lugares de memoria, el pasado seguirá abierto. Vergonzoso. El pasado seguirá abierto sólo porque los guerracivilistas lo abrís de par en par todos los días. Ojalá os pudráis en vuestro estercolero intelectual.
Autor: Smith
Publicado el 22 de octubre de 2007
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