martes, 17 de julio de 2018

Contribución a la “Memoria Histórica”: La revolución social (I)

Fundadores de Falange Española de las JONS

Por qué me hice falangista

Nunca entendí de política y sigo sin entenderla. Pero sé diferenciar perfectamente el bien del mal; lo justo de lo injusto. Desde mi infancia, al menos desde los 10 años, fui muy aficionado a la Historia. Me llamaron la atención estas frases: “El hundimiento del Imperio Asirio”, “El Hundimiento del Imperio Romano” y muchas otras semejantes. Pronto adquirí la certeza de que los imperios no se hundían: se suicidaban.


Muestra de ello es lo que está sucediendo en nuestra España. ¿Cómo es posible que una nación permita su destrucción, solo porque una minoría tenga el privilegio de crear y asegurarse unos innecesarios, cómodos y remunerados puestos de trabajo para ellos y sus familias, con pingües beneficios? ¿Cómo considerar justo que a tal objeto inventen y fomenten separatismos artificiosos, destrozando lo que costó más de quince siglos construir? No es un enemigo exterior el que está destruyendo España. Es interior, ante la inconsciencia de los más, el rugir impotente de unos pocos y la opulencia para los vividores. 

Mientras ser soldado romano fue un derecho reservado a los ciudadanos romanos, el Imperio Romano se formó y se engrandeció. Cuando tal derecho se convirtió en un deber, el Imperio Romano empezó a declinar. Cuando ser soldado romano, finalmente, quedó relegado a mercenarios extranjeros, el Imperio Romano se hundió.

Por herencia de las dos ramas de mi familia, me he sentido español por los cuatro costados. Como consecuencia, al ver a España en peligro, busqué el lugar en que pudiera aportar mi esfuerzo para evitar su hundimiento. Solo encontré a Falange Española de las JON-S. Las izquierdas, me parecieron organizaciones capitaneadas por unos individuos que solo pensaban alcanzar el medro personal y lo buscaban imbuyendo en la masa ignorante el odio de clases. Pero, una vez alcanzada la riqueza personal, por el medio que fuera, abandonaban a su suerte a la plebe, como ellos la consideraban y se pasaban al enemigo.

¿Las derechas? Tal para cual. Estos, que ya eran dueños de la riqueza, lo que pretendían era mantener su holgura e incrementarla, sin consideración a la infrahumana vida de las clases humildes.

Viene a cuento aquel romance medieval que, crítico con los señores feudales, decía:

Llegan los lobos finchados, e las bocas relamiendo,
Parece que no han comido, desde el día en que nascieron.
Los figares traen regordidos, que apenas se pueden mover.
Más ¡ay!, en oyendo balidos, ligeros saben correr. (1)


En la Edad Media, los políticos recibían el nombre de señores feudales. Su diferencia con los actuales, es que nacieron como tales y tenían toda la vida para disfrutar sus prebendas. Ahora, han de lograr la riqueza en cuatro u ocho años, pues otros llegan empujando, ansiosos por desplazarlos y agarrarse a las ubres de la madre España.

Mi presencia no fue fundamental, pero unido a otros que pensaban igual, bien dirigidos, proporcionamos a España, al menos, setenta años más de supervivencia. Para ello se precisaba, en primer lugar, derrotar al enemigo y luego, fundamental, alcanzar la Revolución Social. Acabar con la tremenda injusticia de la división en clases, una circunstancia que actualmente nadie de las nuevas generaciones puede concebir a qué extremos llegaba.  

Autor: Rogelio Latorre Silva
Publicado el 23 de octubre de 2007

(1).- Esta estrofa aparecía en el texto de Literatura Española que estudié en 4º de bachillerato. No figuraba el nombre del romance, ni más datos sobre él. Si alguien me los puede proporcionar, le quedaría profundamente agradecido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios moderados.