Adolfo Suárez. |
Tengo para mí que, a pesar de haber liderado junto a Juan Carlos I el gran cambio político de nuestro país, desde la dictadura a la democracia, el del abulense Adolfo Suárez fue un período realmente funesto para el devenir de España. Y a los hechos me remito.
Adolfo Suárez González, I Duque de Suárez, fue Presidente del Gobierno entre el 3 de julio de 1976 y el 25 de febrero de 1981. No dejó el Gobierno el día 23 debido al fallido Golpe de Estado, que fue la última gran consecuencia de la era Suárez. Porque, se ponga como se ponga Luis Herrero, biógrafo-amiguete del biografiado, Suárez gobernó mal, muy mal.
Una de las herencias de Suárez fue la descomposición total de la UCD. Entre los días 6 y 9 de febrero de 1981 tuvo lugar el II Congreso de UCD en Mallorca, donde fue nombrado como presidente en funciones Agustín Rodríguez Sahagún.
La lucha contra el terrorismo vasco dejó bastante que desear bajo los diferentes gobiernos de Suárez. El año 1980, con 92 muertos, fue el más luctuoso de la historia de ETA, seguido de 1979, con 76 víctimas mortales (a los que hay que añadir los 83 asesinados en el Hotel Corona de Aragón), y de 1978, con 66. Los tres años fueron de los Gobiernos Suárez. Al margen de ello, se inició la conocida diáspora de empresarios, profesionales liberales y españoles hartos de tanta ignominia y presión abertzale.
Desde el punto de vista económico, la España de Suárez fue sencillamente desastrosa, caracterizándose por un fuerte descenso del empleo, estancamiento de la población activa, una inflación disparada y un déficit público abrumador. Vamos, que no faltó absolutamente de nada. Y ello por no hablar del crecimiento del gasto público. Pero con todo, lo peor fue la nefasta estructuración autonómica del Estado español, comenzando por los bailes estatutarios, cuyas consecuencias pagaremos no ya durante décadas, sino posiblemente durante siglos. Más desigualdades territoriales, más mercadeo electoral, más gasto público y más privilegios "históricos".
Estas son algunas de las herencias de Adolfo Suárez González. ¿Hay que aplaudir? Que lo hagan otros.
Autor: Smith
Publicado el 24 de septiembre de 2007
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