Victorino Mayoral, ex diputado, inventor de la aberrante Educación para la Ciudadanía y uno de los beneficiarios directos de las generosas tajadas que Zapatero no dejó de repartir entre los suyos. |
¿Qué pasaría si el votante español no fuese del todo consciente de lo mucho que arriesgamos y se decidiera a darle al indolente ZP un nuevo período de poder? No hace falta ser un nigromante para sospechar que nos serían suministrados otros cuatro años de lo mismo: desidia sobre desidia, arbitrariedad sobre arbitrariedad, improvisación, propaganda, exhibiciones sediciosas toleradas y continuadas…, pero todo ello aumentado y corregido, como lo evidencia el hecho de que en Cataluña se haya iniciado ya la “kale borroka” y se incorporen bala y reguero de sangre a las amenazas de muerte a los políticos que denuncian el cenagal del “Oasis”, por citar solamente dos de los últimos casos representativos de los muchos posibles.
Lo cierto es que con actitudes toleradas de este tipo, no necesariamente relacionadas con la realeza sino con el desistimiento que practica el Gobierno en todos los terrenos donde es coaccionado por el nacionalismo, quizá acaben por abandonar las filas del PSOE unas cuantas cientos de Rosas anónimas o más de un Mikel Buesa con nombre y apellidos. Estoy convencido de que la disgregación del socialismo zapaterino anda tristemente pareja a la de España, es cuestión de ver cuál llega antes. A más nación española —real o cierta, no de campaña institucional o pose preelectoral—, mayores posibilidades tiene el socialismo clásico, no el de ahora, de mostrarse como un bloque monolítico y con opciones de dominar en las urnas, resultado que luego aprovechará o no para enriquecerse mediante las también clásicas corruptelas, como fue el caso de los gobiernos González y como hoy simboliza un tal Victorino Mayoral, el diputado promotor de esa “Educación para la Ciudadanía” que tan al pelo le viene para un doble objetivo: auspiciar el adoctrinamiento de los jóvenes y enriquecer sus propias sociedades, incluida la polémica ONG que preside, llamada Fundación CIVES. Miel sobre hojuelas.
Por el contrario, a menos nación española, más se multiplicarán las abstenciones en las urnas de los adictos sin remedio al socialismo —esos que son incapaces de votar a otro partido siquiera sea como solución temporal para regenerar al propio— y mayores serán las escisiones dentro de unas filas en las que el cinismo descarado y la propaganda más aparatosa (“Gobierno de España”) cada vez convencerán a menos gente, ya que el español poco aficionado a la falsedad, que estoy convencido existe por cientos de miles pero es de trotecillo muy lento, como se dijo, acabará por buscarse su alternativa decente o intentará crearla.
Lo que ocurre es que las alternativas al socialismo, sean de su misma ideología o transversales, a día de hoy aparecen demasiado indefinidas o embrionarias y a mi modo de ver llegan tarde para una implantación suficiente en el corto plazo, cuando apenas quedan seis meses para unas generales muy determinantes de la continuidad de España como nación unida, libre y con leyes iguales para todos. Partidos como el que promueven Rosa Díez y otros, hubieran estado muy bien de haberse fundado hace dos o tres años, cuando se sabía ya el alto grado de perversidad que el poder zapaterino emana. De acuerdo en que siempre será bueno que le resten unos miles de votos al PSOE, siglas totalmente desvirtuadas por quienes se las han apropiado y ahora las malversan, pero la lógica indica que esa agrupación de políticos encabezados por Rosa Díez, incluso coaligada con Ciutadans, no podrá obtener ni de lejos la veintena de diputados que se precisaría para decidir la formación del nuevo gobierno.
Luego ahora, si usamos el sentido común, más bien es cuestión de reforzar a cualquiera que se oponga al bobo solemne y posea opciones reales de gobernar, lo que no tiene porqué mantenerse en los próximos cuatro años, en los que quizá sea posible, e incluso deseable, que se consoliden nuevas formaciones, tanto las que apuntan ya desde la izquierda, como otras de corriente derechista que pudiesen surgir en vista del comportamiento de los populares, donde abunda la molicie a la hora de defender la igualdad ante la Ley, como se ejemplifica en los estatutos de Valencia y Andalucía que vergonzosamente han apoyado más que nada por el qué dirán. Ojo, no es el PSOE de Zapatero ni de lejos, pero todo da que pensar que el Partido Popular le ha hecho demasiado el juego a este régimen político que padecemos, caracterizado por una ley electoral en la que sólo los partidos mayoritarios sacan tajada y los nacionalistas se constituyen en bisagra. Y eso debe cambiar con las nuevas opciones políticas que vayan surgiendo, muy especialmente si Rajoy gana en 2008 y no promueve cambio alguno vía referéndum.
Autor: Policronio
Publicado el 23 de septiembre de 2007
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