Mientras los etarrófilos desafían la prohibición judicial y anuncian que se manifestarán en Amorebieta para darle un “merecido” homenaje a uno de sus jefes terroristas, homenaje donde es más que probable que por orden del gobierno del PNV la policía autonómica se limite a mirar a las nubes o a llegar tarde, en Afganistán, país que según ZP no se encuentra en guerra y nuestras tropas se limitan a repartir potitos a los niños, el Ejército español ha demostrado su eficacia al neutralizar una emboscada talibán (etarras locales) y dar caza a veinte terroristas.
Si se tiene en cuenta que el cumplimiento de las leyes no es mucho mayor en el País Vasco que en Afganistán, y que además el PNV, EA y los comunistas no andan demasiado lejos de comportarse como unos señores de la guerra con boina —lo hacen por lo menos a la hora de permitir y “comprender” la violencia de sus primos de la ETA—, y encima se considera que el Reino Unido, probablemente una de las democracias más consolidadas del mundo, no dudó en enviar a su ejército para combatir durante décadas el terror y la subversión en el Ulster, la pregunta adecuada quizá sería esta: ¿Qué hacen nuestras tropas en Afganistán en lugar de poner orden y hacer respetar la ley en el País Vasco? O como plan B, ¿qué hace este gobierno de pusilánimes que no suspende de una vez la Autonomía vasca y pone a la Ertzaintza bajo el mando de la Guardia Civil?
Es de tal gravedad lo que está ocurriendo en ciertas regiones de España, como por ejemplo la significativa sucesión de homenajes a terroristas vascos —60 en los dos últimos años, según ha comentado María San Gil a Onda Cero—, en los que se les ha declarado mártires y luchadores por la libertad cuando en realidad nunca han pasado de simples criminales mafiosos y en algún caso han palmado al explosionarles la bomba que manipulaban, que sólo desde el punto de vista de un gobierno integrado por sujetos cobardes o interesados en que esta situación permanezca así puede llegar a comprenderse tanta desidia. En Cataluña, sin ir más lejos, a propuesta de las JERC (Juventudes de Esquerra Republicana de Cataluña) también se le rindió no hace mucho un homenaje a otro terrorista, concretamente a Martí Marcó, uno de los fundadores de la banda criminal Terra Lliure.
España, o si se quiere el estado español, cuenta con recursos más que suficientes para eliminar la violencia, las amenazas, la extorsión y el asesinato a cargo de los terroristas. Lo que evidentemente no cuenta es con un gobierno a la altura de las circunstancias, es decir, con coraje y ganas de imponer la ley. Ni tampoco cuenta con un pueblo que posea la disposición suficiente para fulminar en las urnas a ese gobierno de expertos en la dejación de sus funciones. La impresión que yo tengo de nuestros conciudadanos, al menos de la parte que respalda esa política de mirar para otro lado o de falso apaciguamiento, es que se han convertido en sujetos acomodaticios que pastan en el pesebre del poder y que cuando se les pide que pasen a la acción en defensa de la libertad suelen responder casi siempre lo mismo: “Tú opinas así porque eres un facha”.
Estos días de agosto son de sol y playa y vacaciones. ZP anda desaparecido tras las dunas de Doñana y el ministro del Interior, igual que sus altos cargos policiales, ni se sabe dónde se esconde. Mientras, el terror se enseñorea de las calles vascas y lo hace con la complicidad del gobierno del PNV, cuya teniente de alcalde en Lequeitio pide que las amenazas etarras no se apunten hacia ellos, sino hacia el PP o el PSOE. Lo que está claro es que cuando esa violencia no se controla debidamente, como viene sucediendo desde hace muchos años en el País Vasco, acaba por instalarse directamente en las instituciones. Ya ha sucedido así en el ayuntamiento de Ondárroa, donde los etarrófilos han asaltado la sala de plenos y han expulsado de ella a los miembros de la Comisión Gestora. La Ertzaintza, una vez más, no intervino para frenar el asalto, se limitó a escoltar a los de la Comisión cuando salieron por una puerta lateral. ¡Vergonzoso!
¿Qué significa tanta burla a la ley, tanta estafa a la democracia y tan grave merma de la libertad? ¿Qué puede deducirse de que todo esto esté sucediendo en la más absoluta de las impunidades, mientras nuestros políticos se broncean en la costa o pasean en yate? ¿No es esto un principio de guerra revolucionaria que ha comenzado con el asalto sedicioso al poder del Estado, representado en este caso en los ayuntamientos, y que hay que atajar con urgencia? ¿No es en Vasconia, donde campan a sus anchas los señores de la guerra con boina o taliboinas, el territorio donde deberían estar nuestros soldados?
Autor: Policronio
Publicado el 11 de agosto de 2007
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