Santiago Navajas. |
Santiago Navajas escribió ayer un artículo titulado “Santa Cruzada”. En un intento de darle alguna credibilidad a su segundo párrafo, en el que destaca que “la jerarquía católica guarda un silencio de catacumba sobre los asesinatos cometidos en nombre de esa misma fe”, lo cual es ignorar —no sé si adrede— el número de veces que los papas han pedido perdón en nombre de toda la Iglesia, Navajas adereza su opinión con un pensamiento “cocinado” de Gustavo Bueno.
Y digo cocinado, porque a la pregunta que el periodista de El País le formula al filósofo: “Se admite que la condición primera del político es ser mentiroso: ¿Usted lo admite?”, Gustavo Bueno contesta “Sí, la mentira es imprescindible: es la tesis de Platón. La Iglesia es la que mejor ha practicado [ha practicado: pretérito perfecto] esa filosofía”. Lo que traducido al lenguaje refrito de Navajas queda de la siguiente manera: “Gustavo Bueno sostiene [¿?] que la Iglesia, institución al fin más política que religiosa, más cerca de César que de Dios, es [es: presente de indicativo] la campeona en la aplicación de la doctrina de que la mentira os hará más poderosos”. ¿Dónde sostiene Bueno todo eso, farsante? Si es en algún trabajo aparte, cítalo o no mientas. Y encima, para reforzar su tesis sobre las maldades de la Iglesia y apoyarse en una supuesta opinión de Bueno, nuestro hombre tiene el morro de enlazarla justo con la página en la que puede advertirse la materia prima original a la que tanto perejil le añade.
No me cabe duda de que Navajas, en su torpe artículo de apariencia equidistante, escrito probablemente con más deseo de ir a contracorriente de la Historia —como un vulgar esnob a caballo entre lo cutre y lo progre— que de ser objetivo y concienzudo, para lo que se precisa invertir algún tiempo en saber de qué se escribe, ha querido romper definitivamente con cualquier idea que le ate a los lectores habituales no izquierdistas.
A mí, desde luego, en lo sucesivo poco me verá en su bitácora. No me interesa para nada la estrafalaria opinión de un sujeto que es capaz, en otro artículo inmediatamente anterior, de escribir semejante majadería de apariencia igualmente equidistante: “En 1936 las Milicias de Vigilancia de Retaguardia fusilaron a Pedro Muñoz Seca [¿Por orden de…? ¡Ah!, sí, un grupito de incontrolados]. En 2007 la Federación de Mujeres Progresistas quiere censurar a José Luis Moreno. El pecado de ambos se denomina astracanada, farsa popular, manifiestamente grosera, de trazo gordo y dedo en el ojo”. De donde se deduce que, para Navajas, el fusilamiento de un ser humano y el intento de censura de un comediante son homologables y perfectamente apropiados para ser catalogados como astracanadas. ¡Toda una infamia!
Autor: Policronio
Publicado el 25 de octubre de 2007
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