miércoles, 11 de julio de 2018

Contribución a la “Memoria Histórica”: El nomadismo de Falange (I)

Concentración de falangistas en Toledo. Bajo la bandera puede apreciarse a José Antonio Primo de Rivera, el fundador de Falange Española.

Clausura del centro de la calle Nicasio Gallego

El tema de la clausura no debería presentar duda o ambigüedad, pero mi recuerdo no cuadra con lo que a veces leo. Hay informaciones que me han dejado asombrado, pero no las supongo maliciosas. Pienso que la mayor parte de los pocos falangistas de Primera Línea sobrevivientes se desentendieron de Falange, al considerar no precisos sus servicios (como hice yo), y no trasmitieron sus recuerdos. ¡Hay tanto error en los relatos! Los nuevos falangistas, al carecer de información directa, la suplieron con imaginación y buena voluntad, generalmente idealizando. Creo que todo, o casi todo, fue más sencillo de lo que aparece.


El local lo constituía un palacete que aún existe, situado semi-esquina a Santa Engracia. Era propiedad de los condes de Vilana, buenos amigos de José Antonio. Con la condesa, Nena Vilana, tuve cierta amistad durante la guerra. Una mujer pequeñita, valerosa y enérgica, a la que la muerte de su marido (por enfermedad) dejó destrozada moralmente.

El traslado desde Santo Domingo

He leído que el centro de Nicasio Gallego fue cerrado por la policía el 27-02-1936. Mi recuerdo es: En vísperas de las elecciones del 36, e incluso al día siguiente de celebradas (17-02-36), continuaba abierto el anterior centro de Santo Domingo. Difícil es que, en tan pocos días (del 17 al 27) pudiera hacerse el traslado a la nueva sede y las oficinas estuvieran trabajando a ritmo normal. Además, mi impresión es que, tras el traslado, fui a Nicasio Gallego todos los días, como los falangistas de Primera Línea solíamos hacer ya en la sede de Santo Domingo. Y tengo la sensación de que lo hice durante bastante más de nueve días. Si iba a Santo Domingo, ¡más iría al nuevo centro, a menos de 100 metros de mi casa! No obstante, acepto que pueda ser cierta la fecha de cierre para el centro de Nicasio Gallego que algunos indican: a los 16 años, la percepción del tiempo es distinta que a los 87.

La clausura

La policía se presentó a media tarde del día que fuera. Prácticamente solo se encontraba en el Centro la escuadra de guardia, servicio que aquel día le había correspondido a la 24, a la que yo pertenecía. Como era habitual, algunos falangistas se dedicaban a la tertulia. Ausente el jefe de la guardia, Alfonso Sánchez, yo mismo atendí a los policías e informé del hecho, por teléfono, al jefe de la falange, Jacobo Galán, quien hizo las gestiones para que una persona con la categoría adecuada al caso se presentase en el Centro. A su llegada, como los demás falangistas de servicio, me puse a sus órdenes. 

Hasta ese momento, y ante la pasividad de los policías, que tal vez en espera de la persona que les indiqué se habían limitado a hacer acto de presencia y manifestar la razón de la misma, aproveché que yo vivía en el número 12 de la calle de Manuel Silvela —casa que hacía (y hace) esquina con la de Nicasio Gallego, a menos de 100 metros del Centro de Falange— y con algunos miembros de la guardia recogimos la documentación, una labor que se realizó al azar por desconocimiento de la burocracia. En total, varios ficheros de afiliados y algunos libros de contabilidad que fueron trasladados a mi domicilio, sin que los policías, que lo eran de verdad y en todo momento se comportaron con cortesía, pusieran reparo. Esta documentación permaneció en mi casa hasta el 20 de julio, fecha en la que fue trasladada por las razones que más adelante expondré.

Autor: Rogelio Latorre Silva
Publicado el 17 de septiembre de 2007

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