Haga lo que haga Zapatero ya es imposible confiar en él, ha traicionado demasiadas veces a los españoles —no sólo en el tema del terrorismo— como para que ahora, cuando se halla atemorizado por la ETA, se le dé el apoyo incondicional que pide. Si al menos nos ofreciese un plan hasta el final de la legislatura, en el que dejase claros los pasos que piensa dar en la lucha contra los de las pistolas y sus cómplices, quizá se le pudiera dar cierto margen de confianza. Pero no es el caso, puesto que este hombre se limita a pedirnos un cheque en blanco después de haber cometido una tremenda y reiterada malversación de los valores más preciados de la patria.
Lo primero que debería hacer Zapatero, si es que de verdad quiere el respaldo que dice, es pedir perdón a la sociedad, comenzando por esas víctimas del terrorismo a las que tanto ha maltratado durante estos años. Luego estaría obligado a destituir a varios altos cargos del Gobierno y del PSOE, comenzando por los ministros de Interior y de Justicia, además del Fiscal General del Estado y el Secretario de Estado de la Policía y la Guardia Civil. Y en relación a su partido, debería destituir al Portavoz en el Congreso y a José Blanco, sobre el que pesan otras razones adicionales para cesarle. Acto seguido, debería nombrar por consenso con el PP a un nuevo Fiscal General y a un nuevo alto cargo para los Cuerpos de Seguridad. A partir de ahí, mediante la elaboración de un proyecto bien detallado y consensuado, que comprendiese incluso la siguiente legislatura —la ganase quien la ganase— no sólo se debería intentar evitar por todos los medios legales que el mundo etarra se moviese a sus anchas, sino ir arrinconándolo poco a poco hasta hacerlo desaparecer.
Comprendo que lo expuesto en el párrafo anterior le suene utópico a más de uno y además sea incapaz de relacionarlo con cualquier idea de enmienda de los socialistas, vista la trayectoria hacia el abismo que han llevado durante estos infortunados años, pero es lo que yo le pediría a Zapatero el próximo lunes si fuese Mariano Rajoy. La lealtad de ambos políticos en ningún caso debe destinarse a sus propias personas, ni siquiera a sus respectivos partidos. En absoluto. La lealtad del presidente del Gobierno y del jefe de la Oposición debe ir destinada exclusivamente a favor de España, de su integridad y de su libertad. Si el bobo solemne, convertido ahora en soberbio solemne, no está dispuesto a rectificar y a encauzar su labor en beneficio de todos los españoles, Rajoy debe dejarle claro que no contará con él ni con los ciudadanos que simpatizan con el Partido Popular. Decía el clásico: “La lealtad verdadera es apearse del burro y desmontar la quimera”. Ya va siendo hora de que ZP muestre un poco de lealtad, se apee del burro y desmonte ese mundo irreal que ha ido forjando en su mente. Así, pues, lo único que precisa Rajoy es recordarle el refrán al sujeto que va subido en el burro.
Debo aclarar, finalmente, que lo expuesto no es ni de lejos un programa de máximos, sino algo perfectamente asumible por quien se dice necesitado de apoyos. No, no es de máximos, ni mucho menos. Un programa de máximos, que Mariano Rajoy estaría en su derecho de exigirle a Zapatero, vendría determinado por un gobierno de coalición entre el PSOE y el PP, donde este último partido asumiera las carteras de Interior y Justicia. Un programa de máximos supondría, igualmente, que se rompieran todos los acuerdos de gobernabilidad entre el PSOE y sus actuales socios —sean comunistas, sean separatistas— en cualquier institución del Estado. Un programa de máximos determinaría que el propio PSOE se sumara a los recursos interpuestos contra los estatutos de Cataluña, Andalucía, Valencia, etc. Un programa así, de máximos, debería reanudar de inmediato el Plan Hidrológico Nacional, abolir la actual Ley de Educación, para recuperar la LOCE, y darle carpetazo a ese engendro liberticida conocido como “Educación para la Ciudadanía”. Un programa de máximos debería fulminar cualquier proyecto de la deshonrosa “Memoria Histórica”. Un programa de máximos…
Autor: Policronio
Publicado el 7 de junio de 2007
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