miércoles, 6 de junio de 2018

Justicia independiente ante la violencia


Llevo varios días dándole vueltas a la violencia que la izquierda y el nacionalismo practican contra el PP —en Cataluña también contra Ciutadans— y debo confesar humildemente que no se me ocurre nada que sugerirles a los populares para que eviten el acoso al que están sometidos. A corto plazo no hay nada que hacer, sólo aguantar y cargarse de coraje y razones. Si pagan con la misma moneda, malo. Si se dejan pegar, peor. Si se limitan a denunciar la situación en algunos medios públicos, va el infame de Bermejo y les receta un purgante. Eso sin contar que el corrupto José Blanco les acusa a todas horas de mentir y no pocos sectarios creen en esas acusaciones.


Este parece ser un mundo especialmente apto para los vividores y los que carecen de escrúpulos, de ahí que el socialismo jamás haya sido decente ni demócrata y además se haya creído con derecho a todo desde que lo fundara Pablo Iglesias. De ahí, igualmente, que un inmoral como ZP se sienta tan a gusto pactando con terroristas y cismáticos periféricos. No es más que un juego entre listillos, tan listillos como deshonestos. Nótese que son del mismo pelaje: amiguetes en lo inmoral y de ideas nítidas respecto a que lo único que cuenta es llegar al poder o conservarlo, no importa lo que haya que pactar o con quién se establezca ese pacto. Eso sí, todos esos listillos precisan un enemigo y han escogido al PP.

Sí, está claro que la culpa de que sucedan estos episodios violentos y totalitarios es de los canallas que ahora mandan, sin duda alguna, pero también son culpables los populares, ya que cuando gobernaron con mayoría absoluta no se molestaron en legislar para el futuro, sino que vivieron acomplejados de la idea del “poder eterno” y pasaron totalmente de crear una Justicia independiente a la que recurrir algún día ante determinados abusos, única opción adecuada que existe para que los desagravios que a veces necesitamos no pasen por “ojo por ojo y diente por diente”. Porque la independencia de la Justicia, que no evita que pueda tocarte un juez que sea un mal nacido pero reduce al mínimo esa opción, es la única garantía de una democracia sólida donde se respete no sólo a los políticos en campaña electoral, sino a cualquier ciudadano que haya sido objeto de una Administración despótica, la que sea, o de un ataque personal a cargo de esos delincuentes comunes que entran por la puerta de un juzgado y salen por otra.

Por eso creo que estos días de violencia más incrementada a causa de la campaña electoral serían adecuados para que Rajoy proclamase lo más a menudo posible, como un anticipo del programa popular para las generales, su intención de darle prioridad a una Justicia independiente cuyo Poder Judicial, es decir, la cúpula de los magistrados, fuera elegida directa y exclusivamente por los jueces y fiscales. Y precisamente, respecto a la Fiscalía, convendría que Rajoy hablase en su propuesta de un Fiscal General del Estado que gozara asimismo de autonomía plena respecto al Ejecutivo. Porque ya estamos viendo el miserable papel de comparsa de algunos jueces estrella y prevaricadores —pongamos a Garzón y al que mandó detener a la Pantoja, cuyo nombre prefiero no recordar— y también la sumisión absoluta de algunos fiscales, especialmente la de Conde-Pumpido, lacayo baboso del delincuente ZP. Claro que no sé yo si Rajoy estaría dispuesto a una reforma de semejante calado. 

Y otra cuestión no menor sería asignar con claridad la dependencia directa de las fuerzas de orden público a la Justicia. Dicho en pocas palabras, existencia real de una Policía Judicial que nada tuviese que ver con las decisiones políticas del ministro del Interior de turno. Si algo así hubiese existido: Jueces, fiscales y policías, todos independientes, quizá ahora se sabría bastante de cuanto pasó en el 11-M, por ejemplo. Además de haberse evitado buena parte —no toda— de ese amiguismo o partidismo, degenerado casi siempre en prevaricación impune, que hemos venido padeciendo los españoles. La pregunta es: ¿Será capaz el PP de comprender que a medio y largo plazo su propia supervivencia, la de la democracia y la de la Nación española dependen de una Justicia independiente? ¿Será capaz Mariano Rajoy de comenzar a enviarnos ciertos mensajes que hablen de regeneración? Para las generales no falta tanto, ¿no sería el momento de comenzar a hablarles a los españoles de algo más que del acuerdo ZP-ETA, ya irremediable precisamente como consecuencia de una justicia de partido?

Autor: Policronio
Publicado el 15 de mayo de 2007

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