lunes, 11 de junio de 2018

ERC, ¿principio del fin?

ERC, partido del odio a España, refugio de exterroristas y escamots siempre dispuestos a cumplir las consignas de practicar la amenaza y la violencia. 

Hay un dato que me había pasado desapercibido y que hoy, gracias a la estupenda columna de Juan Carlos Girauta, he podido constatar y celebrar como se merece. Resulta que en la ciudad de Barcelona, donde teóricamente comienza cualquier novedad ideológica que luego se extiende al resto de Cataluña, por no hablar del resto de España —recordemos que la xenofobia nacionalista del PNV la mamaron los hermanos Arana en Barcelona—, ERC ha quedado en quinto lugar en estas elecciones y ha logrado casi la mitad de votos que el Partido Popular, que a su vez ha consolidado la tercera posición. 


Estos son los datos: 
Participación total, 49,58%, frente al 59,24% de 2003.
Partido Popular, 15,63% de los votos, frente al 16,12% de 2003.
Esquerra Republicana de Catalunya, 8,79% de los votos, frente al 12,80% de 2003.

La pregunta adecuada quizá sería esta: ¿Se habrá iniciado en Barcelona ese reflujo tan necesario que poco a poco vaya poniendo a los nacionalistas en su sitio? No descarto que algún comentarista me tache de ingenuo y diga que expreso un deseo en lugar de una realidad, porque el nacionalismo no tiene arreglo posible, probablemente en lo que queda de siglo y ya veremos si en el siguiente. Y para entonces nadie estará en disposición de darle la razón a nadie, por lo menos en este mundo. Ahora bien, la pregunta no es tan ingenua como parece, puesto que se apoya, además, en un nivel de abstencionismo no imputable a los partidos nacionalistas y muchos menos a los simpatizantes de Esquerra, que como un solo hombre secundan a pie de urna la causa de sus amores y de sus odios, condición indispensable, la del odio a España, para formar parte de sus filas radicalizadas.

No, yo más bien diría que si ERC ha pasado en Barcelona de los 91.286 votos en el año 2003 a los 53.463 en el presente año, ello es debido a que van desertando a ‘puñaos’ los seguidores de esa cosa tan radicalmente inmoral y totalitaria que se conoce como Esquerra, nido de terroristas y escamots sin arrepentir, como se demuestra al recordar las recientes amenazas  contra Albert Rivera, del partido Ciutadans, y las muchas actividades delictuosas y agitativas de las juventudes republicanas. Y cuidado, porque ERC ha perdido 80.000 votos en el conjunto de Cataluña, aunque haya sacado más concejales que hace cuatro años, lo que significa que algo así difícilmente puede justificarse mediante el manido “hizo un día de sol y playa”, excusa más propia de votantes no nazis. En pocas palabras, no parece posible que ERC llegue a desaparecer de una comunidad tan importante como Cataluña, pero si hubiese lógica entre los votantes catalanes —y quizá algún día la haya—, los ‘alojaterroristas’ deberían acabar como una formación marginal, del estilo de “Tierra Comunera” o “Partido Antitaurino”, y desde luego extraparlamentaria. A lo sumo algún que otro alcalde o concejal en algún villorrio de la Cataluña profunda. 

Ahora sólo hace falta que los populares catalanes sean capaces de escoger a un candidato con cara y ojos, en lugar del bollicao Piqué, que les cante la caña a los de ese Tripartito que conforma, deforma y malforma el gobierno de la Generalidad catalana. ¡Ah!, y de paso, si los convergentes son capaces de quitarse de encima al desorientado Mas, pues a más a más, como se dice en Cataluña. ¡Ostras, se me olvidaba: Bye bye, Maragall!

Autor: Policronio
Publicado el 1 de junio de 2007

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