Xavier Sala i Martín, sedicente liberal (por supuesto de boquilla), pero nacional-separatista catalán en lo más profundo de su muy vistoso ser. Porque la indumentaria, como el algodón, no engaña. |
Xavier Sala i Martín asegura hoy en el diario La Vanguardia que no votará a los socialistas. Me parece muy requetebién, yo tampoco pienso votarles. Lo que ocurre es que las razones del notable economista catalán y las mías, con perdón, son algo diferentes. Mientras él alega que “el socialismo controla el 95 % de los presupuestos públicos que afectan a los ciudadanos de Cataluña”, y argumenta que ningún monopolio puede ser bueno, yo arguyo que el socialismo controla un alto porcentaje —que cada cual ponga la cifra que considere correcta— de la inmoralidad política, la corrupción, la falsedad, la violencia contra la Oposición y la cobardía ante los terroristas, actitudes éstas que junto a la hipocresía más descarnada encaminan a nuestra patria, región a región, hacia algo distinto a una democracia.
De hecho, la “Catalunya” de Xavier Sala es una de esas regiones españolas donde la libertad individual, valor esencial de la democracia, fue puesta en fuga hace años, ya que se negó a mostrarse cómplice de la inmersión lingüística y en consecuencia se declaró objetora. Lo que significa que la libertad se halla ahora muy alejada de una clase política catalana cuyos dirigentes, como se refleja en las groseras imposiciones del nuevo “Estatut”, poseen arraigada hondamente la condición totalitaria. Totalitarismo que acaso les afecte en idéntico porcentaje al que el liberal Sala —liberal a tiempo parcial, entre profusas ebriedades de nacionalismo— nos apunta para reflejar el control presupuestario socialista, o sea, el 95% como mínimo.
Y hablando de hipocresía, es curioso que este hombre que ahora pontifica sobre el excesivo manejo de la pasta pública en la “Catalunya” socialista —me parece verídico lo que afirma, todo sea dicho— no haya tenido el detalle de remontar la crítica al monopolio crematístico y especialmente “espiritual” que durante décadas retuvo, vía chantaje al Gobierno central, su formación política preferida: CiU. Porque no olvidemos que fue CiU, más concretamente el radical nacionalista Pujol, el artífice de esa falta de libertad en todo los ámbitos, especialmente en el informativo, que hoy posee el ciudadano catalán. Los que mandan ahora, simplemente se limitan a ir cortando en finas lonchas unos jamones que otros, con gran afán partidista, se encargaron de llevar al secadero.
Lo expuesto en el párrafo anterior no quiere decir ni de lejos que aplauda la labor nacional-socialista del Tripartito, simplemente hago constar, al contrario que Sala, de dónde proviene la espantosa situación política que padece la región catalana. De donde se deduce que la crítica que ofrece hoy el nacionalista Sala i Martín, aun siendo cierta, no trata el asunto desde su raíz y por lo tanto pasa a la condición de extemporánea al no habérsele conocido otras críticas similares, en años anteriores, respecto del monopolio asfixiante en cuestiones de gobierno, clientelismo, acciones doctrinarias y carencia de escrúpulos en el diseño artificial de la “patria”. Un monopolio mucho más aberrante que el de ahora, por cuanto instituía las normas de la inmoralidad nacionalista que en la actualidad imperan, y que además llegó a ejercer durante toda una generación el “Molt Honorable” Jordi Pujol i Soley, principal transgresor de la libertad en Cataluña y responsable máximo de la España ultrajada en ese territorio.
Autor: Policronio
Publicado el 17 de mayo de 2007
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