viernes, 8 de junio de 2018

El alpechín

Está claro que en política (como en tantas actividades) no todo es oro líquido, también hay mucho alpechín.

Se pongan como se pongan nuestros políticos progres, pijiprogres, tontiprogres, etc., y si se ponen, peor para ellos, el caso es que nuestra clase política, en su totalidad, salvo raras, rarísimas excepciones, fue parida y criada al calorcito de la dictadura. Cuestión de edad, simplemente.


Ya sea porque anduvieran cobijados en sus covachas, no hace falta dar nombres, o porque comieran la sopa boba que les proporcionaba papá, “al que no le di un bofetón por respeto reverencial a la Autoridad Competente”, parece que dixit Bermejo,  lo cierto es que nuestra casta dirigente tiene más ramalazos franquistas que decirlo. Y reitero, salvo raras excepciones.

De modo, que actuando el Franquismo a la manera de una almazara, como fenómeno subyacente, con el primer prensado tuvimos el aceite de oliva virgen extra: los tecnócratas. Jamás les agradeceremos bastante el armazón de Estado que construyeron, se pongan como se pongan los progres, pijiprogres y tontiprogres, y si se ponen, peor para ellos. Con la segunda prensa vinimos a dar con un aceite de peor calidad, pasable, destinado para el refino o la mezcla: los políticos de la transición hasta el Sr. Aznar. 

Y con la tercera prensa: El alpechín, sucio, maloliente y de mala calidad, o sea, Zapatero, Pepiño, Caldera, las “tonti-cuotas”, los “tienen estudios de”, Cándido, Bermejo, etc…, que no se utiliza para calefacción por su alto poder contaminante.

Confiemos en que la almazara no de más de sí y que el orujo resultante, no voy a dar nombres, alcance cuantos antes su destino en lo universal: la hoguera. 

Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 24 de mayo de 2007

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