martes, 5 de junio de 2018

Dos tipos de cobardía


¿Nos hallamos ante unas elecciones libres? Si hay que juzgar a partir del fraude de ley practicado por el Gobierno con los etarrófilos y los actos de violencia que proliferan contra el PP en el País Vasco y Cataluña, pero también en Andalucía y en la Comunidad Valenciana, la respuesta no puede ser más que un no rotundo. Eso sin contar que Ciutadans se encuentra permanentemente acosado en cada uno de sus actos.


¿Nos hallamos ante unas elecciones equilibradas? Si se tiene en cuenta que cinco televisiones y media, de seis cadenas nacionales, se decantan descaradamente a favor del menesteroso intelectual que nos manda, cuando todo el mundo sabe que la inmensa mayor parte de la sociedad se informa de la actualidad política a través de la televisión, la respuesta no puede ser más que un no rotundo.

Pues bien, si a partir de unas elecciones que ni serán libres ni equilibradas el Partido Popular consiguiera mantener sus posiciones, eso significaría que de algún modo ha comenzado a calar el talante canallesco y cobarde del partido actualmente en el poder. A este respecto, el brillante periodista de ABC, Ignacio Camacho, publica hoy una columna titulada “Puro miedo”, donde describe con gran acierto algunas de las claves que marcarán estos comicios. Copio aquí uno de sus perspicaces párrafos, el resto del artículo puede leerse si se sigue este enlace:

Es mentira que las conversaciones con ETA estén rotas, es mentira que no haya vuelto a haber encuentros ni contactos, es mentira que Batasuna esté fuera de las listas, es mentira que se cumpla la Ley de Partidos, es mentira que el Estado no ceda a la coacción. Es mentira la sonrisa de Zapatero, es mentira su gesto de solemnidad vacía, es mentira su rebuscado argumentario jurídico, es mentira su fingida convicción. Y es mentira que no tenga miedo, porque el miedo ha sido la única guía de sus pasos desde el atentado de Barajas. Miedo, puro miedo; pánico, jindama, canguelo. El miedo forzó la absolución de Otegi, el miedo alivió la pena del asesino De Juana, el miedo ha abierto paso a ANV, el miedo envió a dos personas a hablar con ETA en abril. El miedo a las consecuencias políticas de un atentado sostiene la acción del Gobierno en una legislatura agotada, exánime, en la que el poder ya no desea otra cosa que comprar tiempo a base de apaciguar a la bestia que amenaza sabiendo cuál es su fuerza y su capacidad de presión.

Decía Séneca, “Dejarás de temer cuando dejes de esperar”. Francamente, yo ya no espero nada de los políticos que nos han tocado en suerte a los de mi generación. De unos, porque los considero unos envilecidos; de otros, porque sus actitudes distan mucho de poseer el coraje necesario para enfrentarse a los facinerosos que los atacan impunemente a todas horas. Significa todo ello que estamos en lo de siempre, una izquierda que se muestra a sus anchas en la mentira, la agitación y la violencia. Y una derecha que además de ser incapaz de elaborar un plan eficaz para desenmascarar a los inmorales, no cesa de retroceder o, como mucho, pide que a sus militantes no les peguen más. Son dos tipos de cobardía, la de ZP ante los etarras y la de Rajoy ante todos los demás.

A pesar de todo ello, votaré la candidatura del PP, porque hay un abismo moral entre la cobardía de un ZP que sólo amenaza cuando está a salvo, mientras se dedica a castigar a los débiles ajenos a su secta, y la cobardía de un Rajoy que se sustenta en el deseo de alejarse de la confrontación violenta para que su partido —quizá con otro líder— pueda contar con alguna opción en el futuro. Y es que, decididamente, incluso el indigno sentimiento de la cobardía puede ir aderezado con otros aditivos, bien sea la perversión, bien sea la cautela. 

Autor: Policronio
Publicado el 14 de mayo de 2007

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