sábado, 23 de junio de 2018

Del deporte y la política

En efecto, el Barça es más que un club (de fútbol), ya que en los últimos años se ha convertido en una auténtica caverna donde todo catanazi tiene su asiento.

Soy de Ciudad-Real y del Barça, aseveración oportuna y necesaria para quien no me conozca, que son los más.

En los últimos tiempos, coincidiendo con la destrucción de la Nación Española por obra y gracia de “uno que pasaba por allí”, al que hicieron Secretario General de uno de los grandes partidos nacionales, “El Nieto del Espía Doble”, o sea doblemente bobo, como su nieto, a la sazón más conocido como zETAp, El Gran Traidor, seguidor y forofo del Barça por no parecerse a su predecesor en el cargo, se está poniendo verdaderamente difícil la militancia blaugrana, tan grata en otras circunstancias.


Por supuesto que, mi evolución desde posiciones socialistas catetas a posiciones de liberal en proyecto, será difícil que tenga su repetición en una evolución de culé absolutamente convencido a ponerme en disposición de marchar en peregrinación al Santiago Bernabeu. No obstante, la endiablada situación del Barça, mezclado en politiquerías de la más baja estofa, propiciada por una directiva desnortada que no tiene ni puta idea de lo que significa un club de fútbol, santo y seña de la España, sí, de la España, de la modernidad y de la esperanza, va a propiciar que me plantee mi querida militancia blaugrana. 

Yo soy culé porque mi “tata malayos” estuvo trabajando en la Barcelona de los primeros sesenta y me contaba maravillas. Maravillosas historias vedadas a los demás chicos de la calle, por otra parte.  

Ensueño que comenzó a destruirse una tarde de la primavera de 2005, en el pabellón blaugrana, durante la final de la liga europea de balonmano, jugada por el Barcelona y el Ciudad-Real. 

No voy a entrar en detalles de lo que allí pasó, porque pueden imaginárselo, si es que no lo vieron.  Baste decir, que si en vez de viajar a Barcelona en familia, hubiéramos viajado setecientos culipardos con el ánimo alterado, a todas luces impensable, por otra parte, la cosa hubiera sido de página de sucesos continuada, lo de aurora boreal es una gilipollez.

Y después, las tontunas del idioma de la plantilla. Los tonteos con juegos del escondite, a propósito del himno español en un campeonato de juveniles.

En esa situación, prefiero el recochineo de cinco minutos de amigos y conocidos madridistas, que el purgatorio de no sé cuantos días, propiciado por unos líderes indocumentados y descerebrados, que aprovecharían el triunfo del Barça para seguir jodiéndonos un poquito más, cada vez un poquito más.

De modo, que me tomaré unos churros con los madridistas, atormentando a los madridistas progres con estas reflexiones. Zapatero es del Barça, por lo tanto, ¿De dónde nos borramos?

Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 18 de junio de 2007

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