Bloques de viviendas sociales en Barajas (Madrid). |
Hace pocos días me encontré a tres chavalillos —ninguno de ellos alcanzaría más allá de los 15 o 16 años— que iban pegando propaganda en las farolas de mi calle. Dos de ellos llevaban un buen fajo de carteles, tamaño folio, y el tercero un rollo de cinta adhesiva de grosor industrial. Recorrían la avenida a buen ritmo, entre risotadas y algún desplante a cualquiera que les comentase lo improcedente de su “trabajo”. El hecho me llamó la atención, además, por otras dos razones: ese tipo de propaganda, que inicialmente supuse relacionada con algún viaje de fin de curso, suele ser una guarrería que deteriora la estética del mobiliario urbano y encima nadie se preocupa de retirarla pasado un tiempo, quedando la limpieza a cargo del viento y la lluvia, y también porque uno de esos “propagandistas” a destajo es bastante conocido de la familia. Conocido en el sentido de que es una verdadera “joya”, de los que no suele aprobar asignatura alguna y más bien destaca por su auténtica vocación antisistema. En pocas palabras: Un hijo de la LOGSE socialista.
Cuando se alejaron los chavalillos, camino de las siguientes 50 o 100 farolas, me fijé en la propaganda y advertí que era del PSOE local, que convocaba a los jóvenes del pueblo a un acto político —ellos lo denominaban lúdico— en el fin de semana y con motivo de las próximas elecciones. Supongo que en ese acto no se pediría el voto para el partido, al menos de un modo descarado, pero no me cabe ninguna duda de que los numerosos asistentes recibirían unas cuantas consignas y no precisamente vía SMS —que también—, sino en directo y al son de algún tema musical al uso.
¿Por qué hablo de numerosos asistentes? Sencillo, porque en los carteles se dejaba claro que tanto la entrada al recinto —un conjunto de carpas—, como la música en directo a cargo de varios grupos de rock, así como la cerveza, repito, la cerveza, eran gratuitas. Y ya sabemos cuál es la filosofía de los socialistas: ¡El que no esté “colocao”... que se coloque! La pregunta es: se pidió el DNI a cada joven antes de entregarle la litrona o los botes de birra? ¡Lo dudo! Lo que sí me han contado es que el recinto acabó como un auténtico muladar. Casi, casi —deduzco—, como las mentes de unos cuantos de los asistentes a la orgía juvenil promovida por la izquierdona de mi pueblo.
Hoy, en el diario ABC, aparece esta noticia: “El PSOE sortea un piso protegido entre quienes acudan a sus mítines”. ¡Sin comentarios!
Autor: Policronio
Publicado el 10 de mayo de 2007
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